En primer lugar, lo más importante es explicar a la persona que sabemos lo que le pasa y que entendemos el sufrimiento que padece. Este primer paso de empatía resulta fundamental para poder ayudar.
Comparte tu malestar con tu entorno cercano de confianza (familia, amistades) y consulta con tu médico de cabecera para que valore tu situación y te pueda orientar.
Las personas del entorno del niño o del adolescente son los principales observadores y conocedores de su estado. Las primeras señales de alarma que nos pueden hacer sospechar que nuestro hijo o hija tiene una depresión son:
La depresión se puede convertir en un problema de salud importante cuando es de larga duración e intensidad e impide realizar las actividades habituales de la persona en todos sus ámbitos.