Un servicio que salva vidas a través de la palabra

A pesar de que Marta, y el resto de voluntariado, atiende las llamadas desde su casa, hoy ha venido a la sede de la Fundació Ajuda i Esperança porque tiene supervisión con Sergi García, psicólogo coordinador del Teléfono de Prevención del Suicidio. Con él repasará los casos, resolverá posibles dudas, reforzará los mensajes y recordará que siempre tiene a su disposición un servicio de apoyo psicológico para ella. Y es que «algunas llamadas te pueden dejar tocada».

La formación y preparación del voluntariado es imprescindible para poder dar respuesta a este tipo de llamadas. Por eso, además de la formación y de las prácticas previas, los voluntarios y las voluntarias reciben una formación continuada.

Empieza la atención telefónica. Durante cuatro horas su voz acompañará y apoyará a personas que «normalmente están muy solas». Cada día habla con seis o siete personas; muchas de ellas no es la primera vez que llaman, a algunas les reconoce la voz y conoce su historia vital, la mayoría no tienen apoyo y necesitan una atención, necesitan a alguien que las escuche y las pueda volver a enganchar a la vida, ni que sea en este momento.

En una de las llamadas, Marta ha conseguido volver a vincular a la persona a través de su perro. Ha aprovechado que ha surgido durante la conversación el amor que esta persona sentía por el animal, para hacerle ver que no lo podía dejar solo. Este es solo un ejemplo de algunas de las estrategias que utiliza durante las conversaciones, en las que la familia puede ser también una buena motivación, eso sí, nunca sin haber comprobado antes si hay una buena relación familiar. También les informa sobre los recursos y las herramientas comunitarias que pueden usar para sentirse mejor.

Aunque en la mayoría de los casos la persona que llama acostumbra a necesitar a alguien que la escuche, el protocolo es el mismo para todas las llamadas y hay que valorar, en primer lugar, el riesgo de suicidio. Si hay riesgo, Marta tiene que contactar inmediatamente con el equipo de apoyo de emergencias, que hace de enlace entre las personas orientadoras y los servicios de emergencia.

Entra una llamada de riesgo; mientras Marta se comunica por mensajería con el equipo de apoyo, tiene que mantener el contacto telefónico con esta persona, sostenerla, apartarla de cualquier objeto que tenga al alcance con el que se pueda hacer daño, distraerla e intentar encontrarle los puntos positivos, acompañarla, hacerle de apoyo, darle las razones para seguir viviendo...

Las llamadas son totalmente anónimas y en ningún caso se recogen datos personales de las personas que contactan con este teléfono. Pero lo que sí tiene que hacer Marta, y el resto de voluntarios, es llenar para cada persona atendida una ficha con alguna información, que servirá después para poder analizar los datos que generan los servicios y poder reflexionar sobre la realidad que nos rodea, sobre los fenómenos sociales actuales y sobre la práctica de la escucha activa. Esta información se recoge cada año en la publicación del Observatorio de la Esperanza, una herramienta importante para poder ampliar conocimiento y actuar.

Después de cuatro horas detrás el teléfono, Marta acaba su jornada de voluntariado. Hasta dentro de quince días no volverá. Seguramente, este espacio en el tiempo es necesario para ella. El próximo día su voz volverá a sonar tan amable, tan paciente, tan segura y tan profesional como ha sonado hoy. Una voz necesaria para tantas personas.

Si quieres ser voluntario o voluntaria: https://www.telefonoesperanza.com/es/voluntariat

El servicio del Teléfono de Prevención del Suicidio (900 925 555) está disponible las 24 horas del día, los 365 días del año. Si necesitas ayuda, ¡llama!