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¿Estado de ánimo cambiante?

Depresión y trastornos afectivos en la infancia y adolescencia
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Área de Salud Mental. Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
estados de animo

La depresión forma parte de los llamados trastornos afectivos que se caracterizan por una alteración persistente en la capacidad de nuestro cerebro para regular nuestras emociones y nuestro estado de ánimo. Los principales trastornos afectivos engloban a los trastornos depresivos (depresión mayor, distimia y depresión no especificada) y el trastorno bipolar.

La depresión es la manifestación más frecuente de los trastornos afectivos y engloba una serie de síntomas que afectan a:

  • El estado de ánimo: es triste o irritable.
  • La motivación: falta de interés y de energía. Incapacidad para disfrutar de cosas que antes provocaban placer.
  • El pensamiento: es pesimista, restringido, indeciso.
  • El cuerpo: cambios en el apetito y el sueño.
  • La percepción sobre uno mismo: inutilidad, culpa, desesperanza.

Por ello han de cumplirse una serie de síntomas para que los clínicos establezcan el diagnóstico. Los síntomas tal y como se especifican en los tratados diagnósticos que utilizan los clínicos son los siguientes:

  1. Estado de ánimo deprimido o tristeza la mayor parte del tiempo (para lo que no parecería haber motivos); en niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable.
  2. Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las actividades.
  3. Pérdida o aumento considerable de peso.
  4. Cambios considerables en los patrones de sueño (incapacidad para dormirse, permanecer despierto o levantarse por la mañana).
  5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días.
  6.  Falta de energía y sensación de cansancio permanente.
  7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesiva o inapropiada.
  8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones.
  9. Pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado. Intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.

Para hacer el diagnóstico de depresión se requiere que al menos cinco de estos síntomas estén presentes y que al menos uno de ellos sea el 1 o el 2. Estos síntomas han de estar presentes la mayor parte del día y durante varios días (al menos dos semanas).

La tristeza

Es muy importante tener todos estos criterios en mente, ya que en ocasiones un niño o adolescente puede expresar que está triste, pero se levanta, se arregla, va al colegio, hace sus deberes, juega con sus amigos y cumple con sus tareas y el apetito y el sueño están conservados, por lo que no podemos hablar de depresión.

La tristeza en sí es una emoción necesaria y es importante darle espacio y escucharla ya que nos podrá dar pistas sobre pérdidas o necesidades que pueda tener ese niño. Toda persona tiene fluctuaciones del estado anímico y la tristeza ocasional es una emoción normal. Las tensiones normales de la vida pueden llevar a los niños o adolescentes a sentirse tristes de vez en cuando. Eventos como una discusión con un amigo, una separación, un mal resultado en un examen, no ser elegidos en un deporte, el traslado de un amigo fuera de la ciudad o la muerte de un ser querido pueden derivar en sentimientos de tristeza, dolor, desilusión o aflicción. Estas reacciones suelen ser breves y desaparecen con el tiempo y el afecto.

En cambio, la depresión es algo más que sentirse melancólico, triste o de mal humor de tanto en tanto. La depresión es un estado de ánimo intenso que dura semanas, meses o incluso más. Para realizar un diagnóstico de depresión, los síntomas han de causar un malestar clínicamente significativo o deterioro social, escolar u otras áreas del funcionamiento.

Una de las principales características de la depresión es la aparición de un síntoma llamado anhedonia que se caracteriza por una pérdida de la capacidad de obtener placer y resulta uno de los síntomas que más desconcierta a los niños y adolescentes con depresión. Con frecuencia expresan que «se aburren» o que «ya no me lo paso bien cuando estoy con mis amigos» o «antes me gustaba hacer deporte y ya no disfruto». Este síntoma genera un marcado malestar y está detrás del abandono de las actividades y la desesperanza.

La depresión también incluye otros síntomas como por ejemplo la disforia, que puede manifestarse en los niños con irritabilidad, y ser observable por otros puesto que afecta a la conducta del niño (por ejemplo, huida, llantos, oposicionismo, protestas, tics, aislamiento, hiperactividad, inmovilidad, agresiones, etc.).

Otros síntomas no son observables y solo son accesibles por información verbal (por ejemplo, desánimo, falta de interés, sentimientos de fracaso, de culpa, etc.).

Es necesario tener en cuenta que no existe un único tipo de depresión. Algunas veces la depresión ocurre de forma repentina, con un inicio agudo y una resolución aguda, que puede ser seguida de posibles nuevos episodios en el futuro de curso similar. Esto sería la llamada depresión mayor.

En otras ocasiones la depresión aparece de forma más lenta y persistente, durante meses e incluso años, sin que haya ni claros momentos de empeoramiento ni momentos de mejoría, como si estuviésemos constantemente un poco tristes. Esta forma de depresión se llama distimia.

Por último, algunas depresiones podrían ser el debut de un trastorno bipolar. Podríamos decir que serían episodios afectivos que muestran dos caras, alternándose de forma periódica episodios de depresión con episodios de manía o hipomanía. Los episodios de manía son totalmente opuestos a la depresión y se caracterizan por una euforia desmesurada, sentimientos de superioridad frente a los demás o ideas de grandiosidad (por ejemplo el más rico del mundo, el más guapo, el más inteligente etc.), un incremento de la energía, con múltiples planes y proyectos, incremento de la creatividad, disminución de la necesidad de dormir durante días sin sentirse cansado por ello, un aumento de la libido que  puede llevar a conductas como promiscuidad sexual o aumento de la masturbación, disminución de la percepción del riesgo, con conductas muy arriesgadas, sintiéndose como si uno estuviese en la «cresta de la ola».

Cuando aparecen los episodios de manía estaríamos ante lo que se denomina un trastorno bipolar o enfermedad maníaco depresiva, precisando algunos cambios en el abordaje terapéutico.

Este es un artículo original del 12º Informe FAROS «Una mirada a la salud mental de los adolescentes - Claves para comprenderlos y acompañarlos».

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 22 de Agosto de 2022
Última modificación: 22 de Agosto de 2022

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