Intervención familiar en una unidad de trastornos de la conducta alimentaria
Resumen
En la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA) del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona se realizan intervenciones familiares dirigidas por trabajadoras y educadoras sociales.
Estas intervenciones son incluidas en el tratamiento de aquellos niños y niñas o adolescentes que presentan unas características en concreto: relaciones familiares bastante deterioradas o conflictos persistentes que afectan de manera periódica a la dinámica familiar. El objetivo principal es acompañar a las familias en el proceso de adaptación que tienen que llevar a cabo a raíz de la aparición del trastorno de la conducta alimentaria, teniendo en cuenta el tratamiento y utilizando todos los recursos personales y materiales existentes.
Se trabaja para favorecer la comunicación y la expresión de las emociones, ofreciendo un espacio de diálogo adecuado y seguro, y motivando a los participantes a que reflexionen sobre cómo son sus relaciones para intentar llegar a acuerdos y reforzar vínculos. Además, se promueve una intervención sistémica en la que se incluye a todo el núcleo familiar. Las intervenciones se realizan en diferentes espacios del hospital o en el contexto natural de las familias, es decir, en sus domicilios.
Es importante aclarar el tipo de intervención que se llevará a cabo para no crear falsas expectativas.
En este caso, la finalidad no es que las familias solucionen todos sus conflictos, sino acompañarlas para que puedan realizar una mejor gestión de ellos, y para poder entender y escuchar al otro.
También se recuerda cuál es el rol de las profesionales, especificando que no se trata de una terapia familiar sino de una intervención donde los miembros de la familia implicados deciden qué acciones se van realizando a lo largo del proceso.
Además, en la UTCA todas las familias tienen la posibilidad de acudir a un grupo multifamiliar, donde se trabajan aspectos similares a la intervención familiar, pero con muchas familias a la vez. En este caso, el grupo permite mejorar el bienestar de las personas a través de un espacio de encuentro grupal donde todas las familias juntas pueden compartir e intercambiar la gestión que hacen de las emociones, y sus experiencias o conocimientos (Sempere, J; Fuenzalida C, 2017).
Fases de la intervención familiar:
- Las profesionales hacen una valoración de cada familia vinculada a alguno de los programas de la UTCA. Esta valoración permite obtener información sobre aspectos relacionados con la dinámica familiar. Si se detecta la necesidad o hay alguna demanda por parte de la familia, se les ofrece iniciar la intervención.
- El equipo habla con los miembros de la familia por separado, para favorecer que puedan expresarse y que tengan un espacio individual. También permite a las profesionales conocer mejor a cada persona.
- Se realizan los encuentros conjuntos entre las profesionales y las familias. Pueden ser encuentros que impliquen a dos o más personas, con o sin el niño o adolescente, e incluir a cualquier miembro de la familia. El número de encuentros es variable y depende de varios factores (tiempo de ingreso, voluntad o motivación de las familias, entre otros), y su periodicidad es variable según cada caso. Si algún miembro o toda la familia deciden no seguir con los encuentros, se ofrece como alternativa un espacio individual de soporte emocional. Las profesionales en este caso promueven que las familias se comuniquen y puedan expresar como se sienten al lado del otro. También se motiva a que puedan llegar a acuerdos realistas y viables.
- Se realiza un último encuentro con todos los participantes para cerrar la intervención. En este sentido, se les anima a seguir trabajando en lo que se han comprometido y, si es necesario, también se deriva a algún recurso externo especializado en terapia familiar.
Rol de las profesionales en la intervención:
- Conocer cómo son las relaciones entre los miembros de la familia. Cada relación es diferente y existen muchos factores que la determinan. Las profesionales deben intentar no juzgar y entender cada relación en particular, incidiendo en los valores y creencias propias.
- Establecer un clima emocional afectivo. Siempre se habla con mucho respeto, sin juzgar ni dar opiniones. Es fundamental que las familias vean a las profesionales como personas de confianza, y que se sientan cómodas para dialogar.
- Dejar de lado el modelo de expertas siempre teniendo en cuenta el trato y el respeto por las familias. En este caso el lenguaje que se utiliza es cercano y más bien informal, y el tipo de relación que se genera entre las profesionales y las familias es de igual a igual.
- Mantener una escucha activa y empática, valorar y validar los esfuerzos y capacidades de todos los miembros de la familia.
- Mostrar confianza ante las posibilidades tanto individuales como de toda la familia, y mostrar una actitud de respeto ante sus dificultades.
- Potenciar todos los recursos personales y materiales para intentar que no decaiga el interés y la motivación de la familia para hacer cambios.
- Facilitar la interacción y la comunicación del niño o el adolescente con sus familiares.
Resultados de la intervención:
En general, las familias valoran de manera positiva estos encuentros, aunque al inicio de la intervención a la mayoría les resulta complicado hablar de las emociones y expresar como se sienten al lado de sus hijos, padres, madres, hermanos o hermanas, etc. También es cierto que es difícil encontrar familias que en su día a día hablen sobre los sentimientos y las emociones. Por eso es importante crear un buen clima emocional y promover este tipo comunicación.
Por último, se observa que el hecho de que las profesionales se posicionen como simples facilitadoras de diálogo, sin juzgar ni dar consejos, genera un escenario más natural y espontáneo.
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