La pandemia ha disparado los casos de anorexia y bulimia nerviosa. Una realidad que ha llegado de golpe a muchas familias y personas afectadas. A través de un directo en Instagram hemos resuelto vuestras dudas sobre señales de alerta en casa o en la escuela o cómo ayudar a una persona que está pasando por esta situación.
En el incremento de casos de anorexia y bulimia durante la pandemia han influido varios factores como el cambio de las rutinas de la vida diaria en aspectos como la alimentación, el ejercicio físico y los horarios de sueño. A ello le sumamos el aislamiento social que ha supuesto la pandemia para el colectivo más joven, haciendo clases online, sin extraescolares y sin contacto físico con su círculo de amistades. El contacto físico se sustituyó por un mayor uso de las redes sociales, un entorno en el que puede haber apología de algunas conductas de riesgo para los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Uno de los factores que está en la base de la anorexia y la bulimia es la insatisfacción corporal, a la que han contribuido los mensajes que llegan en redes sociales. Recordemos que con la pandemia hubo un pico de interés muy alto y preocupación general por cuidar del estado físico a través de las redes sociales.
Todos estos aspectos son factores que protegen de tener este y otros problemas de salud mental y con la pandemia se han visto alterados. Se trata de una situación que ha facilitado más presencia de conductas de riesgo.
La aparición de una anorexia o una bulimia nerviosa es multifactorial:
Factores genéticos.
Factores psicológicos, como puede ser la autoexigencia, el perfeccionismo y la baja autoestima.
Factores sociales. Actualmente tenemos un modelo de belleza que valora la delgadez, existe mucha presión social por la imagen corporal y las redes sociales alimentan estos modelos.
Factores familiares. La familia debe ser un modelo saludable en valores corporales y hábitos alimentarios.
Factores desencadenantes. Se relacionan con una experiencia emocional negativa, como por ejemplo ha sido el confinamiento.
Lo que es importante es no centrarnos en la causa ni buscar culpables sino poner todas las energías en solucionar el problema.
La anorexia y la bulimia nerviosa no son trastornos que duren toda la vida. La persona afectada se puede recuperar si realiza un tratamiento con profesionales especializados. Entre un 70 y un 80% de las personas se recuperan y entre un 20 y un 30 % de casos se cronifican, es decir, las personas conviven con la enfermedad. Un 5% de las personas con anorexia nerviosa mueren como consecuencia de este trastorno.
La detección precoz, el inicio de un tratamiento especializado y la participación de la familia durante el proceso terapéutico son los factores que se asocian con un buen pronóstico. Es importante seguir trabajando en nuevas estrategias terapéuticas para mejorar los resultados de la terapia.
La bulimia nerviosa puede conllevar complicaciones físicas derivadas principalmente de las conductas purgativas (vómitos, laxantes o diuréticos), como una deshidratación, que puede derivar en problemas médicos severos como la insuficiencia renal. También se puede producir problemas de corazón, como latidos irregulares o insuficiencia cardiaca, caries dental severa, enfermedades de las encías, periodos irregulares o ausentes de menstruación y problemas digestivos derivados de los atracones.
Los tratamientos de la anorexia y la bulimia son largos y complejos. Los tratamientos que se proporcionan se adaptan a las características de cada persona para poder proporcionar un tratamiento integral que aborde todas las causas y consecuencias de la enfermedad. La media de tiempo de tratamiento para la recuperación se sitúa entre los 4 y 5 años.
Las recaídas de la anorexia y la bulimia forman parte del proceso de recuperación. Por este motivo es importante mantener la calma y no culpabilizarse. No hay que vivirlo como un fracaso sino como una oportunidad de aprendizaje que forma parte del proceso de recuperación. Es importante recordar que uno de los objetivos del tratamiento es la prevención de recaídas.
Cuando una persona se recupera de una anorexia o una bulimia, hay que estar especialmente atentos a las posibles recaídas. Estas pueden producirse cuando la persona vive un momento emocional negativo, como puede ser una ruptura sentimental, una pérdida o una situación estresante y que le puede afectar al aspecto emocional con la comida. En cualquier caso, recomendamos no vivir en un constante estado de alerta y miedo ante una posible recaída.
La anorexia y la bulimia no afecta únicamente a adolescentes. Este tipo de trastornos pueden aparecer en personas de cualquier edad. Lo que sí es habitual es que la edad de inicio se sitúe en la adolescencia ya que es la etapa de mayor riesgo para presentar estos trastornos. Pero encontramos casos en edad prepuberal (entre los 11 y los 12 años) y casos en que la enfermedad se ha iniciado en la juventud y edad adulta.
Actualmente se está trabajando en reorientar el modelo de tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) hacia la atención domiciliaria, con el apoyo de la familia y de los profesionales, para poder tratar a la persona en su ámbito social y familiar habitual y poder abordar la base del problema.
Evidentemente, los casos graves deben seguir tratándose en el hospital, pero sin perder de vista el entorno natural de la persona afectada.
En el proceso de recuperación de un trastorno de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, pasarás por diversas fases. La segunda de ellas, la conocida como fase de contemplación, es en la que empiezas a plantearte que alguna cosa va mal. Pero no es hasta la tercera fase cuando empiezas a mentalizarte en la necesidad de hacer cambios en tu vida y buscar estrategias para ello. Es por este motivo que, aunque se tenga ya cierta consciencia de la enfermedad, los pensamientos recurrentes de ésta aún siguen latentes. Ser consciente es el primer y fundamental paso del proceso de recuperación.
La ansiedad es una respuesta adaptativa de nuestro organismo. La consideramos una emoción natural que, a nivel leve-moderado, ayuda a mantenernos concentrados y a afrontar los retos que tenemos por delante. Sin embargo, cuando esta respuesta es desproporcionada, limitante y prolongada, se convierte en un problema porque nos bloquea e impide que seamos resolutivos en ese momento.
En el caso de la anorexia y la bulimia, la ansiedad puede aparecer antes, durante y después de las comidas en forma de pensamientos recurrentes sobre el peso, la imagen corporal o la necesidad de hacer ejercicio compensatorio.
La ansiedad se puede producir a nivel físico, emocional y cognitivo, y con diferentes niveles de intensidad.
Una buena estrategia para gestionar la ansiedad a nivel físico son las técnicas de relajación. A nivel emocional y cognitivo se recomienda una intervención psicoterapéutica centrada en el análisis de las emociones y los pensamientos negativos relacionados con el TCA.
En caso de que fuera necesario, y si las anteriores estrategias comentadas no están funcionando, los profesionales especializados pueden prescribir medicación para ayudar a disminuir los niveles de ansiedad.
Si tienes un nivel alto de ansiedad que piensas que puede desencadenar una crisis de ansiedad, recomendamos buscar una postura cómoda y fijar el pensamiento en una imagen tranquilizadora, que nos aporte pensamientos positivos y liberadores.
Una buena técnica para controlar la ansiedad es la respiración profunda:
Toma el aire por la nariz, lenta y profundamente, contando hasta tres y llenando bien de aire los pulmones.
Reten el aire durante tres segundos.
Suelta lentamente el aire por la boca, contando de nuevo hasta tres.
Si la situación no se resuelve, desplázate a tu centro de referencia para ser valorado por profesionales de la salud.
Las mujeres que padecen anorexia o bulimia tienen alterada con frecuencia la menstruación como consecuencia de tener un peso demasiado bajo o un cambio ponderal brusco. La ausencia del período aumenta el riesgo de osteoporosis y hasta podría alterar la fertilidad. Cuando se recupera un peso saludable la función reproductiva se restablece, aunque pueden pasar hasta seis meses antes de recuperar la menstruación. Pasados estos seis meses, si no se ha recuperado la menstruación manteniendo el peso saludable, se recomienda consultar al profesional de referencia.
La culpabilidad es una emoción muy presente en la anorexia y la bulimia y es necesario llevar a cabo un trabajo terapéutico para superar esta emoción y todo el sufrimiento que conlleva la enfermedad. Es importante recordar que esa culpabilidad es producto de los pensamientos de la anorexia y la bulimia, cuyo único objetivo es hacernos daño. Debemos ignorarlos y recordar todo aquello que iremos recuperando a medida que vayamos avanzando: estudios, amistades, ocio, planes de futuro…
Un elemento clave para superar la anorexia y la bulimia es restablecer un plan de vida y encontrar motivaciones como, por ejemplo, estudiar, hacer un viaje, retomar actividades de ocio, tener hijos o cuidar de una mascota. Habrá tantas motivaciones como personas.
Cuando una persona se recupera de la anorexia o la bulimia, es posible que tenga algunos pensamientos de forma momentánea. Lo importante es tener en cuenta dos cosas: cómo te hacen sentir esos pensamientos y qué influencia tienen sobre tu comportamiento. Si condicionan tu comportamiento o te hacen sufrir será necesario pedir ayuda a los profesionales.
Una persona recuperada de la anorexia no debería experimentar de forma habitual esos pensamientos y, menos aún, sufrir por ellos o actuar en función de esos pensamientos.
La manera de superar los pensamientos recurrentes de la anorexia o la bulimia es con trabajo psicoterapéutico. Debemos recordar que la media de recuperación se sitúa alrededor de los 4 o 5 años aproximadamente y en parte se debe a que se trabajan aspectos emocionales y cognitivos que requieren tiempo y trabajo terapéutico de la mano de los profesionales.
Cuando notamos que «habla» la anorexia o la bulimia, debemos intentar ignorarla o disminuir la intensidad. Una buena estrategia sería poner en practica pensamientos alternativos.
Otra estrategia es recordar qué motivaciones y planes de futuro tienes y para los que es necesario quitarte de encima esta enfermedad. También es buena idea pedir ayuda a un miembro de la familia o amistad para tener compañía en esos momentos de crisis. Hablar de otras cosas también es una manera de ignorar esa «voz».
No existe una receta milagro, cada persona tiene diferentes formas de afrontar estas crisis y pensamientos, desde escuchar música, dar un paseo, hablar con un amigo o familiar, aplicar técnicas de relajación, etc.
Explicar a las amistades que se tiene una anorexia o una bulimia es siempre una decisión personal. Puede que al principio tengas miedo al pensar en la reacción que puedan tener. Si decides explicarlo, te recomendamos que lo hagas de forma natural, igual que harías si tuvieras cualquier otra enfermedad. Piensa también en explicarlo primero a tu entorno más cercano.
Las personas que padecemos un trastorno de la conducta alimentaria en ocasiones recibimos comentarios inadecuados. ¿Cómo podemos decirle a la persona que los hace que tenga más cuidado con ese tipo de comentarios?
Sara Bujalance Arguijo
Psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria. Directora
Si estás en tratamiento por una anorexia o una bulimia y recibes algún comentario inadecuado es importante que lo abordes con mucha naturalidad. Por ejemplo, puedes decir a la persona: «Disculpa, actualmente estoy en tratamiento por una anorexia o bulimia y si es posible prefiero no recibir este tipo de comentarios, incluso aunque sean bien intencionados».
Podemos aprovechar este tipo de situaciones como un ejercicio de asertividad, trasladando este mensaje sin que sea ofensivo y sí constructivo para los dos.
La diferencia entre una alimentación sana y la ortorexia es que, en este último caso, se observa una obsesión por la comida sana.
Para detectar si tienes un problema de ortorexia puedes hacerte dos preguntas básicas:
¿Los temas relacionados con la alimentación me hacen sufrir?
¿La alimentación controla mi vida?
En caso de que tu respuesta sea afirmativa en alguna de las dos preguntas solicita ayuda profesional porque podrías estar dentro de la esfera de la obsesión.
La primera valoración se realiza desde el centro de atención primaria (CAP) por parte de los profesionales de la medicina familiar, pediatría o enfermería.
Si se confirma el diagnóstico o se sigue con la sospecha, desde este centro será derivado al centro de salud mental infanto-juvenil o de adultos para la valoración de los profesionales especializados en salud mental (psicólogo o psiquiatra).
Cuando hablamos con los y las adolescentes sobre las conductas de riesgo relacionadas con la anorexia y la bulimia, es importante no juzgarles.
Lo importante es trasladarles la información sobre estos riesgos y que la persona afectada perciba nuestra preocupación para que pueda pedir ayuda especializada. Una de las principales características de estos trastornos es la falta de consciencia del problema de la persona afectada.
Los niños y niñas, desde bien pequeños, tienen una imagen corporal formada en su cabeza y son capaces de intuir si esa imagen es aceptada socialmente o no pero todavía no se han desarrollado los mecanismos cognitivos y emocionales necesarios para que se produzca una anorexia.
En caso de producirse una anorexia en un niño o niña menor de 12 años es importante tener en cuenta que el tratamiento debe adaptarse a esta edad, dado que las características individuales son bastante diferentes de las de las adolescentes y el papel de la familia como parte activa del tratamiento es más importante aún.
El primer paso que debe hacer la familia ante una sospecha de anorexia o bulimia es conseguir una valoración diagnóstica y una propuesta de intervención por parte de un equipo especializado en caso de confirmar el diagnóstico.
El punto de partida son los profesionales del centro de atención primaria (medicina de familia, pediatría o enfermería). En los casos de anorexia y bulimia, la detección precoz es importante para ganar tiempo y puede facilitar el tratamiento.
A partir de aquí, es muy importante que la familia reciba apoyo psicosocial para gestionar su propia angustia, así como información sobre la propia enfermedad. Conocer aspectos sobre la evolución del tratamiento, qué dificultades van a encontrarse y cuál es su papel durante el proceso es básico, así como confiar y colaborar con el equipo de profesionales. Recordemos que una familia que recibe información y apoyo puede favorecer un buen pronóstico.
Si la familia observa una conducta obsesiva con las calorías y el ejercicio físico en sus hijos e hijas adolescentes es importante hacer una reflexión previa: ¿Puede tener un problema de aceptación social? ¿Se siente querida? ¿Se siente valorada?
Es posible que nuestro hijo o hija sienta inseguridad sobre su imagen corporal, sobre su propia persona, sobre el proyecto vital que está iniciando, etc.
En Cataluña, desde la Asociación contra la anorexia y la bulimia (ACAB) ofrecemos un servicio de información, apoyo psicosocial y acompañamiento específico para familias de una persona con un trastorno de conducta alimentaria que incluye atención personalizada, grupos de apoyo y formaciones específicas sobre cómo actuar desde casa cuando un hijo o hija tiene un TCA. El estrés que tienen que soportar los familiares de una persona que sufre una anorexia o una bulimia es elevado y sostenido en el tiempo, por eso es importante que se dejen acompañar por una entidad como la nuestra.
En primer lugar, y aunque es una obviedad y parece sencillo sin serlo en realidad, mantener la calma. Aquí debemos aplicar el refrán «vísteme despacio que tengo prisa». Debemos actuar rápido por la necesidad de detectar e intervenir de forma precoz pero los pasos que demos debemos darlos de forma consciente, segura y teniendo claro el plan.
El primer objetivo es recibir una valoración diagnóstica y una propuesta de intervención por parte de un equipo especializado (acudiendo al centro de atención primaria). Una vez solucionado este paso debemos recibir información sobre el trastorno, el tratamiento y ponernos manos a la obra, siempre haciendo un trabajo en equipo entre la persona afectada, el equipo terapéutico y la familia. En este sentido, es indispensable confiar y colaborar con el equipo de profesionales.
A medida que la persona va avanzando la familia también lo hará, irá aprendiendo y mejorando la forma de gestionar la situación en casa, sobre todo, insistimos, si recibe información y apoyo.
El papel de la familia en los casos de anorexia y bulimia es fundamental por el vínculo afectivo que tienen con el hijo o hija. Es muy importante que muestren su afecto y su apoyo a la persona afectada al mismo tiempo que se muestran firmes frente al trastorno. El mensaje que necesita la persona afectada por parte de su familia debería ser algo como «Te queremos, confiamos en ti y estamos a tu lado pase lo que pase, entre todos vamos a vencer esta enfermedad».
La anorexia y la bulimia son trastornos que hacen sentir sola a la persona y que, en muchos casos, acaba aislándose de su entorno. De hecho, muy a menudo cuanto más aislada está la persona más fuerza gana el trastorno. En este punto va a ser fundamental el apoyo que reciba por parte de la familia y del equipo terapéutico porque, en realidad, la soledad es una de las consecuencias propias de la enfermedad y la manera de evitar esta soledad es llevar a cabo un tratamiento especializado para recuperar una vida social normalizada.
Cuando una persona con anorexia o bulimia se siente mal después de las comidas lo primero que debemos hacer es conservar la calma. Si perdemos los nervios y las formas por la desesperación que nos produce que no coma o ver su sufrimiento durante o después de comer, no podremos ayudarla.
Cuando detectes ese sufrimiento en la persona afectada es importante conectar con él o ella emocionalmente y demostrarle tu apoyo. Un buen mensaje podría ser algo como: «¿Cómo te sientes? ¿Qué puedo hacer para ayudarte?».
También puede ser útil ayudar a la persona a recordar el objetivo del tratamiento y del esfuerzo que está haciendo, animándola a conectar con sus motivaciones y planes de futuro. Recordemos también que el equipo terapéutico puede pautarnos de forma más concreta cómo actuar ante estas situaciones.
Si la persona con anorexia y bulimia ya está en tratamiento y la familia tiene dudas sobre cómo actuar durante las comidas debe preguntarle al equipo terapéutico qué debe hacer y qué no debe hacer.
Si, por el contrario, la persona todavía no está recibiendo ayuda es importante tener en cuenta que el objetivo principal debe ser conseguir que se ponga en tratamiento en lugar de conseguir que coma.
Es fundamental entender que para que recupere un hábito alimentario normalizado debe hacer tratamiento. Es un objetivo que, nosotros como familiares, no vamos a conseguir. Por eso no vale la pena poner energía en conseguir que coma. Si nos centramos en ello lo más probable es que lo único que consigamos es que, además de desgastarnos, caigamos en enfrentamientos con la persona afectada. Por todo esto es importante empatizar con la persona, entender que está sufriendo e intentar conectar con él o ella desde el punto de vista emocional.
La anorexia y la bulimia tiene un origen multifactorial y existe un componente genético. Esto significa que los hermanos y hermanas comparten un factor de riesgo para el desarrollo de un trastorno de conducta alimentaria.
Es útil saberlo, pero no hay que vivir con el miedo constante a que otro de nuestros hijos o hijas desarrolle una anorexia o una bulimia. Simplemente, estad atentos a posibles señales de alerta y hablad, de forma natural y adaptada a su edad, sobre la enfermedad que está sufriendo el hermano o hermana.
La decisión de limitar o no el ejercicio físico en casos de anorexia o bulimia es una decisión que debe tomar el equipo terapéutico. Es muy habitual que al inicio del tratamiento se limite, incluso totalmente, la práctica de ejercicio físico porque necesita recuperar de peso y ser capaz de realizar actividad física sin que esté relacionada con el deseo enfermizo de quemar calorías. Es importante tener en cuenta que a medida que la persona vaya mejorando irá recuperando las actividades que realizaba anteriormente.
Es muy importante que le muestres tu afecto y apoyo, al mismo tiempo que te muestras firme frente a la anorexia.
Debes tener en cuenta que tu pareja está viviendo una situación de estrés muy agudo y, por este motivo, debes ser comprensivo y mostrarle el máximo apoyo. Evita emitir juicios sobre posibles situaciones complejas que puedan ocurrir en el domicilio en relación a la enfermedad. Si terceras personas intentan intervenir en las pautas del tratamiento puede generar más confusión que ayuda.
Si sospechas que tu amiga o amigo puede tener anorexia o bulimia, lo primero que debes hacer es evitar enfadarte con ellos. Muestra comprensión y escucha a la persona para poder animarla a pedir ayuda profesional.
Esto es fundamental para que una persona se puede recuperar de un trastorno de la conducta alimentaria. Si a pesar de insistir en la necesidad de que reciba tratamiento la persona continúa negándose, lo mejor que puedes hacer es explicarle que deberás hablar con sus familiares, especialmente si la persona afectada es menor de edad, para que busquen ayuda profesional. Dando este paso es muy probable que la persona se moleste, pero más adelante lo entenderá y lo agradecerá sinceramente.
Muchas de las personas que tiene anorexia o bulimia agradecen un trato normal. Es decir, no hacer nada diferente. Sí que se recomienda proponer actividades y hablar de temas que no tengan que ver con el peso o la imagen corporal. Estar al lado de la persona que tiene este trastorno, escucharle y mostrarle apoyo es de gran ayuda.
Internet y las redes sociales son caldo de cultivo de numerosas informaciones falsas e, incluso, espacios que hacen apología de la anorexia y la bulimia.
Verifica la autoría de la información: ¿es un medio de comunicación conocido?
Revisa la fecha de publicación, para asegurarte que la información no sea antigua.
No te fíes de los titulares llamativos, están pensados para captar tu atención, pero pueden contener información engañosa o falsa.
Observa la calidad del texto: ¿hay faltas de ortografía? ¿es un lenguaje formal?
Comprueba cuál es la fuente de información que se cita: ¿es fiable y conocida? ¿es una fuente oficial?
Desconfía de las fotografías que muestran cambios corporales, pueden estar retocadas.
Desconfía de las recetas milagro y de la información que claramente pretende venderte algún producto.
Cuando hablamos de salud, la evidencia científica es la prueba de la eficacia y la seguridad. Ten en mente que las dietas y los medicamentos siempre son recetados por profesionales especializados. Y no olvides contrastar la información con fuentes oficiales (organismos gubernamentales y centros de salud).
En un mundo ideal sería necesario influir en los factores socioculturales de la enfermedad, es decir, que tanto la industria de la moda, de la estética como del gran consumo, así como la publicidad y medios de comunicación, apostaran por la salud y el respeto por la diversidad corporal haciendo difusión de un estilo de vida y un modelo de belleza coherentes con estos derechos y valores.
También sería necesario derribar finalmente los estereotipos de género actuales que favorecen la creencia de que las mujeres deben ser «bonitas, serviciales y sumisas» y los hombres «fuertes, dominantes y económicamente poderosos».
Todavía estamos lejos de conseguir este cambio de paradigma, pero hay algunas cosas que sí podemos hacer:
Favorecer la detección e intervención precoces en los casos incipientes, ya que cuanto antes actuemos mejor pronóstico de recuperación tendremos.
Reforzar todos aquellos aspectos que actúan como protectores frente a los trastornos de la conducta alimentaria: una buena autoestima, una imagen corporal positiva y el respeto por la diversidad corporal y un espíritu crítico ante la presión social por tener un determinado cuerpo y rol en la sociedad. En este aspecto las familias juegan un papel muy interesante a través de su ejemplo y de llevar a cabo hábitos tan sencillos como, por ejemplo, realizar una comida al día en familia.
La sanidad pública en España cuenta con excelentes profesionales, pero son necesarios más recursos, sobre todo en la atención primaria y comunitaria. A menudo, los centros de atención primaria y los centros de salud mental tienen más casos que recursos disponibles y eso se traduce en que deben priorizar la gravedad y la urgencia. Por este motivo es habitual que, mientras el peso no se vea gravemente afectado ni se den situaciones de riesgo como, por ejemplo, conducta suicida, no se pueda ofrecer más tiempo o especialización.
A menudo felicitamos a las personas con exceso de peso que consiguen adelgazar con comentarios como «qué bien te sienta, que guapo/a estás». ¿Deberíamos abstenernos de realizar esos comentarios?
Sara Bujalance Arguijo
Psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria. Directora
Es importante tener una relación saludable con nuestro cuerpo y dejar de asociar la delgadez o la pérdida de peso con el éxito o con un objetivo estético deseable.
En lugar de esto deberíamos priorizar el respeto por la diversidad corporal y reivindicar la belleza corporal como algo que va mucho más allá del peso o la talla.
Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.