¿El suicidio se puede prevenir?
Muchos estudios han demostrado la eficacia de intervenciones específicas en la reducción de la muerte por suicidio. Parece demostrado, por tanto, que el suicidio se puede prevenir, pero también está constatado que para ello necesitamos implicarnos y comprometernos todos con ese objetivo irrenunciable.
Hay tres niveles de prevención en función del grupo al que se dirigen las intervenciones. La prevención universal está dirigida a la población general, la prevención indicada se dirige a un grupo de población con mayor riesgo de presentar un problema, por ejemplo, el caso de personas con depresión, y la prevención selectiva va dirigida a personas que ya han presentado una tentativa de suicidio. En relación a la conducta suicida, cuando hablamos de prevención universal en población adolescente, hablamos sobre todo de tratamientos universales que se enmarcan en el ámbito escolar, como el Empowering a Multimodal Pathway Toward Healthy Youth (EMPATHY) o el The Saving and Empowering Young Lives in Europe (SEYLE).
En relación a la prevención indicada y selectiva en suicidio, hablamos de intervenciones que impactan en los elementos esenciales del suicidio, como son el dolor, la desesperanza y la vinculación, y que ayudan a aliviar el malestar y a incorporar recursos personales. Ejemplos de éstas serían tratamientos como la Terapia dialectico conductual (dialectical behavior therapy; DBT), la Terapia cognitivo-conductual (cognitive-behavioral therapy; CBT) y la Terapia basada en la mentalización (mentalization-based therapy; MBT). Estas tres intervenciones en concreto no solo están orientadas al tratamiento de personas en riesgo, sino que también son específicas para la ideación y las tentativas de suicidio.