Persona con experiencia personal en psicosis
«He tenido que construir una nueva versión de mí misma»
Después de tener mi primer y único brote psicótico, la vida me quedó patas arriba: no entendía qué me estaba pasando, parecía cómo si estuviera en mi peor pesadilla, me ingresaron, todo lo que había construido se hundió, perdí parte de mi independencia, tuve que volver a vivir con mi padre y mi hermano, no podía trabajar, perdí amistades... No sabía si explicar lo que me había pasado, y eso hizo que pusiera cierta distancia con las personas más próximas y palpé de cerca la soledad.
Mi cerebro había tenido un cortocircuito y ahora funcionaba a medio gas, no conseguía sostener la atención, me costaba una barbaridad leer, recordar lo que me acababan de decir y seguir el hilo de una conversación normal y corriente. Además, llevaba encima los efectos secundarios de la medicación que me habían prescrito después del episodio psicótico: subida de peso, movimientos involuntarios con la boca, mareos, boca seca, cambios en la graduación de la vista, mucho sueño..., entre otros.
Todas estas dificultades se habían sumado en mi día a día y ahora necesitaba adaptar mi vida a ellas. En aquel momento tuve que empezar de cero a construir lo que sería una nueva versión de mí misma, en la que tenía que poner orden a mi vida, ponerle nombre y entender qué me había pasado, aceptarlo y crear un nuevo estilo de vida adecuado a las nuevas circunstancias.
Mi cerebro funcionaba a medio gas, no conseguía sostener la atención, me costaba una barbaridad leer, recordar lo que me acababan de decir y seguir el hilo de una conversación normal y corriente.
Este paso fue el más difícil, porque no me informaron sobre lo que me había pasado hasta que me vinculé al Centro de Salud Mental de Adultos (CSMA), donde mi psiquiatra me mencionó que había tenido un brote psicótico. Me lo dijo muy claro y era lo que más necesitaba, porque estaba muy confundida y no entendía nada. Me hizo una psicoeducación sobre qué era, los posibles síntomas que podría tener y cuál sería el tratamiento pautado. Fue entonces cuando empecé a entender y poner orden dentro de mí y pude iniciar el proceso de aceptación, que creo que es la clave.
El camino de la recuperación
Hacía todo lo que me recomendaban desde el CSMA; me apunté a un taller de risoterapia, participaba en un grupo de psicoeducación en episodios psicóticos, empecé la formación universitaria de agente de apoyo entre iguales (peer to peer), que consiste en hacer un acompañamiento a otras personas que hayan pasado por una situación similar a la mía y poder facilitar, así, su experiencia. Aparte de esto, lo complementaba con ir al gimnasio entre tres y cuatro veces por semana y con otra formación de una técnica para liberar el trauma a través del temblor, el TRE (trauma release exercise). La cuestión era poder salir de casa lo máximo posible y construir una rutina para no estar todo el día en casa pensando y sin hacer nada. Tenía muy claro que tenía que ocupar mi tiempo para estar mejor.
Aun así, me sentía muy perdida, me sentía vacía y sin esperanza, sentía que lo único que me ilusionaba un poco era el gimnasio. Toqué fondo y fue cuando me di cuenta de que todo lo que estaba haciendo no me serviría si no iba al fondo del intríngulis. Fue entonces, cuando acudí a una psicoterapeuta privada especializada en trauma, porque sentía que ponía todo de mi parte, pero que había muchas cosas sin resolver dentro de mí. Trabajamos los miedos, las inseguridades, que quería hacer con mi vida, la importancia de continuar tomando la medicación a pesar de sus efectos secundarios, la experiencia traumática del brote, la vergüenza y el hecho de tener que explicarlo. Me hizo entender que lo tenía que empezar a explicar con quién me sintiera cómoda y que supiera que guardaría como un tesoro mi vivencia. En definitiva, en quién pudiera confiar.
Trabajé los miedos, las inseguridades, que quería hacer con mi vida, la importancia de continuar tomando la medicación, la experiencia traumática del brote, la vergüenza y el hecho de tener que explicarlo.
Desde entonces, todo ha ido a mejor, a pesar de que tengo mis días flojos. Ahora, que ya hace un año del episodio psicótico y después de toda esta tormenta, puedo decir que estoy consiguiendo cierta estabilidad, he recuperado la esperanza, he perdido muchas de los miedos que tenía, otros me han disminuido, se ha ido la vergüenza y soy capaz de explicar mi experiencia. Además, le he empezado a dar un sentido y un aprendizaje a las cosas que estaba y estoy haciendo. Ahora intento ir al gimnasio una o dos veces por semana; he añadido la práctica del yoga, que me está ayudando a aprender a relajarme, a respirar, a autorregularme; el TRE complementa el yoga y me enseña a disfrutar, a tener curiosidad, puesto que puedo temblar de maneras muy diferentes y con todas las partes del cuerpo, y me ayuda a sentir que las cosas tienen que ser fáciles, que deben fluir sin forzar nada; el curso del peer to peer me ha aportado referentes, todos los profesores y profesoras del curso han tenido alguna psicopatología y explican su vivencia, enfrentando así todo el estigma y ayudándome a creer que la recuperación es posible.
En conclusión, haber tenido el brote psicótico me ha aportado cosas buenas, como por ejemplo, que he podido mejorar mucho la relación con mi familia, que antes era inexistente. También he forjado nuevas amistades y me he alejado de las que eran tóxicas o malas influencias; ahora me cuesta menos poner límites. Además, he recuperado la ilusión para volver a estudiar y hacer un máster. Con todo esto, he aprendido a cuidarme mucho más: ahora voy a dormir más temprano y descanso mínimo ocho horas al día, he reducido mi consumo de café, y me he pasado al descafeinado, y no tomo alcohol.
No todos los días son buenos y lo quiero dejar claro. Tengo mis altibajos y, a pesar de que solo haya pasado un año, el tiempo me ha pasado muy lento y he pasado días negros en los que no quería salir de la cama, pero, aunque fuera sin ganas, me he acabado levantando. En definitiva, creo que estoy en el camino de la recuperación.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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