www.som360.org/es

La demanda de atención urgente de salud mental infantojuvenil se ha doblado con la pandemia

Cuáles han sido los cambios y como nos hemos adaptado a la nueva realidad desde un servicio de urgencias
Jesús Lull Carmon
Jesús Lull Carmona
Psiquiatra. Médico adjunto del servicio de urgencias.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
María Ángeles Pozuelo López
María Ángeles Pozuelo López
Psiquiatra. Médica adjunta del servicio de urgencias.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

La pandemia de la COVID-19 ha sido una situación estresante a todos los niveles. La misma enfermedad, así como las recomendaciones y restricciones asociadas que aún se siguen implementando para proteger a la población, han ocasionado un impacto en la salud mental de la sociedad.

Entre esta población encontramos a los y las adolescentes, un colectivo susceptible de presentar una mayor afectación. La adolescencia es un momento vital en que el contacto social es muy importante. La posibilidad de interactuar entre iguales y sentir que se pertenece a un grupo distinto al familiar son aspectos esenciales en esta etapa.

Las medidas para poder frenar la transmisión de la COVID-19 como la suspensión durante meses de clases presenciales y extraescolares, la vuelta a éstas con distancia social, la limitación del número de personas en las reuniones y el cambio en la manera de relacionarnos (confinamiento total en el domicilio, el uso de la mascarilla, la distancia de seguridad, etc.), son cruciales en el control de la pandemia, pero suponen unos fuertes estresores para los adolescentes. Estos factores pueden hacerles sentir aislamiento, soledad y contribuir a generarles malestar emocional.

Nuevos casos y empeoramientos de trastornos de salud mental

Desde el inicio de la pandemia, se ha incrementado el número de usuarios (acudiendo una o más veces) del servicio de urgencias infantojuvenil de salud mental, así como la gravedad de los cuadros clínicos que éstos han presentado.

En relación al aumento de niños y adolescentes atendidos en las urgencias de salud mental del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, este 2021 hemos observado un aumento de hasta el 47% comparado con el mismo período del 2020.

Se ha apreciado un incremento de primeras consultas al presentar síntomas o cuadros clínicos relacionados con salud mental. Algunos de estos casos pueden ser atribuibles a la presencia de síntomas sobrevenidos por el estresor ambiental que supone la pandemia. Otros, por una exacerbación de los síntomas que ya se venían presentando desde hacía un tiempo pero que, en condiciones basales, no había precipitado una atención especializada.

También se ha detectado un empeoramiento en población infantojuvenil que ya recibía seguimiento en la red de atención de salud mental, causado bien por las consecuencias directas de la pandemia (miedo, incertidumbre, etc.) bien por las indirectas (disminución de la atención presencial en los dispositivos asistenciales en los que hacían seguimiento a nivel comunitario, pérdida de actividades sociales que actuaban como factores protectores, etc.). Este empeoramiento ha desplazado las consultas de la atención comunitaria a la urgencia hospitalaria.

El aumento de los y las adolescentes atendidas, que experimentan cuadros clínicos relacionados con la salud mental y la mayor gravedad de estos, ha repercutido directamente en un mayor requerimiento de ingresos hospitalarios en la unidad de salud mental. En el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona se objetiva un incremento de hasta el 73.91% al comparar el primer trimestre de 2020 con el del 2021.

Ansiedad, autolesiones y trastornos de la conducta alimentaria

El motivo de consulta principal en urgencias de salud mental suelen ser problemas de conducta (disruptiva o auto/ heteroagresiva), siendo los diagnósticos con una frecuencia más alta el trastorno de conducta, los trastornos de ansiedad y la ideación o intento de suicidio.

Durante la pandemia, muchos niños y adolescentes han presentado problemática emocional y conductual con predominio de síntomas ansiosos (se encontraban nerviosos, inquietos irritables, con afectaciones variables del apetito y el sueño...). Algunos de ellos lo experimentaban por primera vez y otros consultaban por el empeoramiento de unos síntomas preexistentes y que, en ocasiones, ya estaban siendo atendidos desde la red de salud mental comunitaria.

En la mayoría de estos casos, la ansiedad o la clínica depresiva que presentaban encajaban dentro de lo que conocemos como clínica adaptativa, es decir, afecciones relacionadas con el estrés. Cuando una persona es sometida a más estrés del que normalmente esperaría (en respuesta a un acontecimiento altamente estresante o inesperado), pueden aparecer síntomas significativos (emocionales o de conducta) que interfieran en sus relaciones de familia, de amistad o en el rendimiento escolar.

Aunque antes de la pandemia la conducta autolesiva y los trastornos de conducta alimentaria (TCA) ya tenían mucha presencia entre los usuarios de urgencias, se ha observado un incremento relevante durante la pandemia que se ha mantenido hasta la fecha. En relación a los trastornos de la conducta alimentaria, además del aumento significativo de casos también hay una mayor severidad.

En el caso de las personas atendidas por ideación o intento de suicidio, pese al incremento no hay diferencias claras en cuanto a una mayor gravedad.

Afrontamiento de la demanda y retos profesionales

La gestión de una crisis sanitaria genera, ya de per se, muchos retos profesionales en el ámbito asistencial.

En el ámbito de las urgencias de salud mental ha requerido una enorme capacidad de reacción y reformulación desde el inicio para poder hacer frente al aumento de la demanda y la gravedad sin disminuir la calidad asistencial. Es por ello que ha sido necesario un cambio de paradigma en la atención de urgencias de salud mental infantojuvenil.

Por un lado, ha sido necesario analizar las necesidades emergentes para poder rediseñar parte de los circuitos asistenciales de urgencias y adaptarlos a la nueva situación. Por ejemplo, uno de los retos ha sido gestionar el incremento del tiempo de espera (incrementado por el número de usuarios y la gravedad de los casos), ya que, una mayor espera puede generar malestar y actuar como factor de empeoramiento de la sintomatología.

Por otro lado, en el marco del abordaje multidisciplinar, se ha tenido que dotar al servicio de más personal asistencial en las franjas de mayor afluencia (psiquiatría y trabajo social de refuerzo, así como la inclusión de la enfermera especializada en salud mental). Esta posibilidad de abordaje por parte de diferentes disciplinas formadas en el ámbito de la salud mental, pese a ser siempre necesaria, ha cobrado importancia dada la urgencia de dejar bien cubiertos unos déficits existentes en el ámbito comunitario durante la pandemia (en relación, inicialmente, a las medidas de carácter restrictivo por el control de la pandemia y la saturación posterior de los dispositivos en cuanto se pudo recuperar la normalidad).

Poder intervenir desde la urgencia en diferentes ámbitos de la realidad de las personas que nos consultan tiene el objetivo de disminuir la sintomatología que interfiere en la vida de nuestros usuarios y de su entorno de una manera más rápida y robusta (teniendo en cuenta la multifactorial en la aparición de patología de salud mental), contribuyendo a una mejora del pronóstico y facilitando una desescalada en la intervención comunitaria, que es la más natural en el acompañamiento de la población que requiere de nuestra atención.

Hacia una esperable normalización de la situación

El aumento de la demanda del servicio de urgencias infantojuvenil de salud mental es una realidad ya conocida por la población general a través de los medios de comunicación. Esta pandemia parece que ha hecho sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la salud mental.

Antes de la crisis sanitaria, en el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona ya existía una sensibilidad por contribuir a la prevención y realizar una atención integral de los trastornos mentales en la infancia y adolescencia, ya que la aparición de problemas mentales en estas edades puede tener un gran impacto en la vida adulta. Es muy importante la prevención y la detección precoz de los trastornos mentales en la infancia y adolescencia ya que significa una inversión de futuro en términos de prevalencia, morbilidad, progresión de la enfermedad o índices de fracaso escolar, entre otros factores.

Conociendo pues los motivos de consulta y diagnósticos más frecuentes en urgencias (enmarcados todos ellos en el contexto de la pandemia y teniendo presente la multifactorialidad) es esperable que la evolución de la pandemia hacia su resolución conlleve un retorno natural a la situación previa: tenemos más conocimiento de lo que está sucediendo y, por tanto, menos incertidumbre.  

Paralelamente, los servicios comunitarios han ido recuperando su actividad normal, prácticamente al mismo nivel que antes de la pandemia, pero todavía con una fuerte demanda de primeros casos de personas que llegan con un mayor requerimiento por la gravedad de algunos casos. Todo nos lleva a pensar que es una cuestión de tiempo que la situación se normalice y repercuta directamente en un descenso en el número de niños y adolescentes que requieren atención urgente.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 8 de Junio de 2021
Última modificación: 8 de Junio de 2021

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.

Jesús Lull Carmon

Jesús Lull Carmona

Psiquiatra. Médico adjunto del servicio de urgencias.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
María Ángeles Pozuelo López

María Ángeles Pozuelo López

Psiquiatra. Médica adjunta del servicio de urgencias.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Dr. Bernardo Sánchez Fernández

Dr. Bernardo Sánchez Fernández

Jefe de Sección de Psiquiatría. Área de Salud Mental.
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona

La salud mental de niños y adolescentes se ha visto especialmente afectada a raíz de la pandemia de la COVID-19. En un momento vital en el que las relaciones interpersonales y de grupo son clave, se ha observado un incremento relevante en este grupo de población de trastornos de ansiedad, de trastornos de conducta, de trastornos de la conducta alimentaria, de conducta autolesiva e ideación suicida. Los servicios de urgencia de salud mental han tenido que gestionar una alta demanda de atención tanto de casos nuevos como de casos que empeoraron en los últimos meses. Todo un reto asistencial que supuso una enorme capacidad de reacción y reformulación del servicio.