¿Qué relación tienen las personas afectadas por un TCA con el alcohol?
El consumo o la evitación del alcohol en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) tiene sus propias dinámicas y están siempre tamizadas por las ideaciones características de este trastorno. En algunas ocasiones, el abuso de alcohol puede dar lugar a la aparición de otro trastorno, el relacionado con las substancias.
En este artículo vamos a hablar del alcohol en relación a los trastornos de la conducta alimentaria, qué papel puede tener en su consumo abusivo o, al contrario, en la evitación y qué implicaciones físicas y psicosociales tiene.
Desde el proyecto social Cómete tus miedos para la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria, hicimos una encuesta por Instagram para conocer las motivaciones de nuestros seguidores para no beber alcohol y los más frecuentes, en este orden, fueron: «Sin más, no bebo alcohol», «no me sienta bien», «no me gusta» y «me encuentro mal». Además, añadieron comentarios sobre sus experiencias que nos ayudarán a entender la relación entre los TCA y el alcohol.
Hablemos del alcohol
El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Afecta a la capacidad de autocontrol de la persona, produciendo inicialmente euforia y desinhibición, por lo que puede confundirse con un estimulante. Sustancias estimulantes podrían ser el café (cafeína), el tabaco (nicotina), la cocaína; en cambio sustancias depresoras, como el alcohol, pueden ser los hipnóticos y ansiolíticos (benzodiazepinas) o la heroína (opiáceos).
Las personas jóvenes son más sensibles a los efectos del alcohol, sobretodo en actividades cerebrales de planificación, memoria y aprendizaje. El alcohol afecta de modo más grave a las personas con menor masa corporal, es decir depende del peso y de la composición corporal del individuo. En general, la mujer pesa menos y el tamaño de sus órganos internos es proporcionalmente más pequeño. Por lo tanto, el alcohol en mujeres puede generar daños psicoorgánicos de forma más rápida con menores cantidades y hay más riesgo de desarrollar un problema de adicción al alcohol. Cuanta mayor sea la ingesta de alcohol y en menor tiempo se realice (tipo atracón o binge drinking), mayor es la posibilidad de que la persona se intoxique más gravemente por el alcohol.
La ingesta simultánea de comida, especialmente de alimentos grasos, enlentece la intoxicación, pero no evita ni reduce los daños en el organismo. La combinación con otras sustancias, como los ansiolíticos, relajantes musculares y analgésicos, potencia los efectos sedantes del alcohol. Por ejemplo, cuando se combina con cannabis se incrementan los efectos sedantes de ambas sustancias; en el caso de la cocaína, que es un estimulante, los efectos se contrarrestan, pero la toxicidad de ambas sustancias es mayor que si se consumieran ambas por separado.
El consumo de alcohol crea tolerancia, es decir, cada vez se necesita más cantidad para obtener el mismo efecto y no hay un nivel seguro de consumo de alcohol.
En el caso de estar tomando medicación, el consumo de alcohol está contraindicado.
¿Por qué una persona con un TCA puede llegar a abusar del alcohol?
Hay diversos motivos por los cuales una persona afectada por un trastorno de la conducta alimentaria puede llegar a tener una conducta de abuso del alcohol:
- La desinhibición que aporta el consumo, aunque sea leve, facilita la capacidad de interacción social, teniendo un efecto directo sobre la autoestima.
- El alcohol es usado como una forma de regulación emocional. Ayuda a afrontar emociones desagradables como la soledad, el aburrimiento o la tristeza. Como nos manifestaban nuestros seguidores: «Así la tristeza pesaba menos y me ayudaba a acallar la voz».
- La intoxicación leve inicial aumenta la sensación de euforia, se convierte en una vía de escape de los problemas. «Usaba el alcohol para olvidar de todo, desinhibirme», nos cuentan.
- Al tratarse de una droga «social», se utiliza para encajar con los demás y cumplir con las expectativas sociales: «Yo no quería excluirme, así que me obligaba a tragarme mis miedos».
- Tiene una función anorexígena, es decir, la persona deja de tomar alimentos para consumir alcohol con la idea de que, sacrificando la comida, reducirá su peso: «Si ese día sabía que iba a beber, restringía al máximo».
- También está la creencia de que el alcohol hace entrar en calor y combate el frío de la desnutrición.
Todos estos factores hacen que se potencie el círculo vicioso de un comportamiento abusivo del alcohol:
- Se pierde el control sobre las emociones y sentimientos. Tras una breve sensación de bienestar, si se está triste o deprimido, esta situación se agudiza, por lo que aumenta la inestabilidad emocional.
- Los síntomas del TCA se agudizan: más insomnio, mareos, ansiedad, cansancio excesivo, problemas de memoria y concentración, irritabilidad, …
- Se pueden llegar a realizar conductas de riesgo como hurtos o actos sexuales descontrolados.
- Hay una mayor fatiga física y más sueño, pero con peor descanso nocturno. También se pierde fuerza y coordinación.
- Produce una sensación momentánea de calor al dilatar los vasos sanguíneos y dirigir la sangre hacia la superficie de la piel, pero en poco tiempo la temperatura interior del cuerpo disminuye y se siente más frío.
- Crea desnutrición por alteraciones en la digestión y en el hígado, así como síntomas físicos: taquicardias, estreñimiento, confusión,
- Se potencian los efectos secundarios adversos de la medicación. Se aumenta la frecuencia de olvidos de medicación los días posteriores.
Motivaciones de las personas con TCA para evitar el alcohol
Muchas personas afectadas de un trastorno de la conducta alimentaria, por otro lado, toman la posición de evitar el alcohol:
- El alcohol aumenta la producción de grasa en el organismo por lo que se puede aumentar de peso. Como nos cuenta un testimonio: «Lo evitaba por miedo a las calorías vacías».
- Esta euforia del principio puede hacer que la persona se sienta más libre de los pensamientos del TCA y coma, lo que puede desencadenar una desinhibición y descontrol en la comida; y además puede añadirse una desinhibición y descontrol conductual haciendo cosas que no se harían sin estar intoxicado: «Me desperté y había videos de mí haciendo el ridículo».
- Cuando se van pasando los efectos, la persona tiene hambre fisiológicamente por lo que puede llegar a comer y en casos tener un atracón: «Al día siguiente tenía mucha hambre porque evitaba cenar si bebía, entonces me pasaba de comer, así que me lo prohibí».
- Con la intoxicación, se acentúan los síntomas de ansiedad, depresión e irritabilidad pudiendo favorecer una crisis en los días siguientes.
Por tanto, la evitación al máximo de beber alcohol en personas con TCA puede tener las siguientes consecuencias:
- Se convierte en otra razón más de aislamiento dado que el alcohol es una droga socialmente aceptada y está incorporada en nuestra cultura.
- A parte del concepto droga, la persona lo incorpora como una prohibición, un «alimento prohibido» más, se prohíbe tomarlo y, por tanto, se activa todo el sistema de pensamientos patológicos del TCA (castigo, reglas rígidas). Si en algún momento la persona llegara a beber, se puede disparar la conducta en forma de consumo de alcohol en atracón (binge drinking); o realizar un atracón de comida; o una compensación obsesiva mediante purga, ejercicio u otros, sumado a la compensación mental de tipo autolesivo, negativo y devaluativo, o todas a la vez.
Cuando se juntan el TCA con un trastorno por consumo de alcohol
A la combinación de estos dos trastornos, el TCA y el trastorno por consumo de alcohol, los medios de comunicación la han llamado Drunkorexia, Alcoholexia o Ebriorexia. Ambos son trastornos de salud mental y coinciden en lo relativo a la conducta impulsiva. Se trata de una comorbilidad más frecuente en mujeres.
Cuando esto sucede, aparecen alteraciones en el apetito y saciedad, comportamientos obsesivos e impulsivos, conductas de autodestrucción y graves consecuencias médicas.
En España, la combinación de TCA y un trastorno relacionado con sustancias suele estar relacionada, por este orden de frecuencia, con la cafeína, el alcohol y el tabaco. La prevalencia puede ser de hasta casi un 30%, y varía según diferentes momentos del curso del trastorno.
Esta combinación de abuso de alcohol con un TCA es más frecuente cuando se trata de Bulimia Nerviosa, Anorexia Nerviosa compulsivo-purgativa y, en menor grado, en Anorexia Nerviosa restrictiva. Según algunos estudios, esto se relaciona con las conductas impulsivas mayores en bulimia para intentar manejar la depresión y la tensión crónica, así como una personalidad más adictiva y con importante insatisfacción corporal, y fisiológicamente una disfunción mayor de serotonina cerebral.
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