Identidad de género en personas con TEA
El autismo es una condición del neurodesarrollo que supone unos retos y desafíos en la adquisición de habilidades de comunicación y de interacción social, y que predispone a tener una serie de conductas repetitivas e intereses restringidos, junto con alteraciones sensoriales que generan interferencia en la adaptación a la vida diaria.
En las últimas décadas, ha habido un cambio de mirada hacia la condición del trastorno del espectro del autismo, bajo el paradigma de la neurodiversidad (Walker, 2014), que sostiene que hay personas que procesan la información de una manera diferente y única. La neurodiversidad apuesta por entender el autismo y otras condiciones del neurodesarrollo como una expresión más de la diversidad humana, con el fin de promover una mirada social sensible, reducir el estigma y fomentar la equidad de condiciones entre las personas, independientemente de sus características. Esta mirada también apuesta por poner en relieve y potenciar las habilidades y fortalezas de las personas dentro del espectro.
Por otro lado, la identidad de género es un proceso evolutivo, multifactorial y complejo, que pasa por una fase de autoidentificación y otra de reconocimiento social externo, en la que las personas evidenciamos en qué medida nos ajustamos o no a las categorías sociales que se nos asignaron al nacer (Platero Méndez, 2015). Cuando no hay un encaje, surgen conceptos como el de diversidad de género.
El libre desarrollo de la personalidad, en el que se incluye el proceso de identificación de género, es un derecho humano fundamental para todas las personas, también para las que presentan un funcionamiento dentro del espectro.
Estudios recientes muestran que hasta el 5-13 % de las personas con autismo pueden presentar diversidad de género (Janssen et al., 2016) (Herrman et al., 2020). En ocasiones, las personas con neurodiversidad pueden tener problemas con la validación y afirmación de sus identidades de género por parte de sus entornos sociales habituales o profesionales referentes, especialmente cuando se encuentran en la infancia y la adolescencia y aún son dependientes de sus cuidadores. Estas dificultades pueden dar lugar a una falta de reconocimiento y de oportunidades de exploración de su identidad, que a la vez podría repercutir en el bienestar emocional y en la adaptación social de la persona.
Algunas personas pueden presentar señales claras de su diversidad de género desde la primera infancia. En otras ocasiones, la conciencia de la diversidad genérica no aparece hasta más adelante, la adolescencia o incluso la edad adulta. Las personas con autismo pueden tener dificultad para comunicar cómo se sienten respecto al género y sus necesidades, o pueden no tener las habilidades necesarias para expresarlo hasta etapas evolutivas posteriores. En este sentido, la pubertad puede ser un momento vital que genere un reto añadido y un malestar más significativo en algunas de estas personas, dado que podrían sentir que el desarrollo de sus características sexuales no se corresponde con su identidad autopercibida.
Las personas con autismo pueden tener dificultad para comunicar cómo se sienten respecto al género y sus necesidades
Las familias de estas personas pueden mostrarse confundidas ante la verbalización de una identidad diferente a la asignada al nacer, y pueden tener dudas respecto a cuál es la mejor forma de acompañarlas.
¿Cómo favorecer una libre exploración del género en la infancia y la adolescencia de personas con neurodiversidad?
- Respetar la vivencia subjetiva de la diversidad sexo-genérica de la persona.
- Permitir la libre exploración del género, acorde a la etapa evolutiva de la persona, creando espacios seguros para ello.
- Conceptualizar la diversidad de género como un «espectro» de posibilidades y no como una cuestión binaria (hombre o mujer).
- Ofrecer información clara sobre las diferencias entre la identidad de género, la expresión de género y la orientación sexual; y desarrollar una actitud positiva hacia las diferentes opciones.
- Desarrollar programas de educación sexo-afectivo-genéricos adecuados y adaptados a las distintas necesidades de las personas con autismo, teniendo en cuenta su nivel de funcionamiento.
- Usar esquemas y material de apoyo visual, si es necesario, para facilitar la identificación de necesidades y la comprensión de las opciones terapéuticas y sus implicaciones.
- Respetar los tiempos para la exploración del género que cada persona necesita, en función de sus características y nivel de madurez.
- Fomentar el acompañamiento respetuoso en las familias de la persona con autismo y aprender a convivir con la incertidumbre a lo largo del proceso de identificación de la persona.
Así pues, la diversidad en identidad de género es un aspecto relevante que debemos tener en cuenta en las personas con autismo. Es necesario que exista formación en la sociedad, las escuelas, las familias y entre los profesionales que acompañan a las personas con autismo y con diversidad de género. Este acompañamiento deberá ser adaptado e individualizado a cada persona y a su familia o entorno de cuidados próximo. También sería importante aumentar la producción de consensos y guías clínicas (Strang et al., 2018), así como literatura científica que recojan las experiencias de personas con autismo y diversidad sexo-genérica.
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