Señales de alarma en la detección de los trastornos mentales en la infancia y adolescencia
Tener una buena salud mental en la infancia y adolescencia significa alcanzar los indicadores del desarrollo físico y emocional, así como el aprendizaje de habilidades sociales y cómo afrontar los problemas que puedan presentarse.
Los trastornos mentales en esta edad temprana se describen como cambios serios en su forma habitual de aprender, comportarse o manejar las emociones, lo cual causa angustia y problemas en las actividades diarias y el entorno social (familia, escuela y amigos).
Los síntomas de los trastornos mentales cambian con el tiempo a medida que la población infante crece, y pueden incluir dificultades en la manera en que actúan (juegan, aprenden, hablan) y se relacionan, o en cómo manejan sus emociones. Por lo general, los síntomas comienzan en los primeros años de la infancia, aunque algunos de los trastornos aparecen durante la adolescencia.
Sin un diagnóstico temprano ni tratamiento, la población infante y joven con trastornos mentales pueden tener problemas en casa, en la escuela y en su entorno social. Estos problemas también pueden interferir en su desarrollo saludable y pueden continuar cuando sean personas adultas.
Los trastornos mentales en la infancia y adolescencia se pueden tratar y controlar. Existen muchas opciones de tratamiento que se basan en la mejor y más actualizada evidencia científica, de manera que las familias y los profesionales especializados deben trabajar en estrecha colaboración.
Los indicios de trastorno mental en la infancia y adolescencia varían según la persona y el problema. Estas son algunas de las señales de alarma más comunes para su detección:
- Cambios en el estado de ánimo. Presta atención a los sentimientos de tristeza y al retraimiento (aislamiento), que duran al menos dos semanas, u otros cambios del estado de ánimo notables que causen problemas en las relaciones en casa, en la escuela o en las relaciones sociales.
- Preocupaciones excesivas. Presta atención a los sentimientos de miedo abrumador sin motivo aparente, a veces acompañado de aumento de la frecuencia cardíaca o respiratoria, o los miedos intensos que puedan interferir en las actividades diarias.
- Cambios de conducta. Estos incluyen cambios drásticos en el comportamiento o en la personalidad, además de comportamientos peligrosos o fuera de control. Otros signos de advertencia son las riñas frecuentes, comportamiento negativista - desafiante con familiares y personal docente e incurrir frecuentemente en peleas (agresividad verbal o física).
- Dificultad para concentrarse. Presta atención a los signos de dificultad para concentrarse (se distrae con facilidad, no puede mantener la atención en tareas monótonas), permanecer quieto (se levanta continuamente de la silla, actúa como si estuviera movido por un motor) o regularse (actúa sin pensar, se precipita). Estos signos pueden provocar un bajo rendimiento en la escuela.
- Adelgazamiento inexplicable. Disminución progresiva de las ingestas, ejercicio físico excesivo, vómitos auto inducidos y el uso de laxantes, pueden indicar un trastorno de la conducta alimentaria.
- Síntomas físicos. En la infancia, los trastornos de salud mental pueden presentar dolor de cabeza y de estómago en lugar de tristeza o ansiedad, como ocurre en las personas adultas.
- Daño físico. A veces, un trastorno de salud mental deriva en lesiones auto infligidas, también llamadas autolesiones. Esto significa hacerse daño a sí mismo de forma deliberada, por ejemplo, provocándose cortes o quemaduras. También se pueden presentar pensamientos suicidas o intentos de suicidio.
- Abuso de sustancias y de nuevas tecnologías (redes sociales, Internet, juegos, móvil…). En algunos casos puede aparecer un consumo de drogas o alcohol para tratar de sobrellevar lo que sienten. El abuso de las nuevas tecnologías puede ser un reflejo de la voluntad de aislarse de un problema emocional.
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