¿De qué manera se han adaptado los recursos disponibles para dar respuesta a las nuevas necesidades detectadas?
«En general, las autoridades sanitarias, y luego a nivel muy particular en cada centro hospitalario, y todavía más micro en el nivel de las asociaciones de familiares o de pacientes, sí que se han articulado recomendaciones o incluso nuevas acciones para intentar de alguna manera, por un lado, empoderar a la ciudadanía, pero también intentar dar una respuesta a esas situaciones. Probablemente y en algunos aspectos aún son insuficientes y necesitamos muchos más recursos.
Una iniciativa interesante es la que pusimos en marcha desde el Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario conjuntamente con CatSalut, el departamento de salud de la Generalitat de Catalunya: la aplicación Gestió Emocional.
Por otro lado, se ha incrementado la dotación de psicólogos clínicos a nivel de los centros de atención primaria para, de alguna manera, intentar ser de utilidad a la ciudadanía en esta situación que estamos viviendo.
Lo cierto es que la COVID-19 también ha puesto de manifiesto cuáles eran las carencias y las limitaciones que teníamos. En el mismo momento del confinamiento en muchos centros fue imposible hacer un seguimiento de los usuarios porque no tenían sistemas de videocámaras, de videoconferencia, no era un recurso utilizado.
En el caso del Hospital de Vall d’Hebron, por ejemplo, habilitamos una web relacionada con el coronavirus para que las personas pudieran enviarnos dudas, preguntas y poder contactar durante esas primeras semanas en las que no se podía tener un contacto directo.
Hay que pensar en esta crisis sanitaria como si fuera un incidente con múltiples afectados igual que pasaría en un atentado terrorista o ante una situación de catástrofe natural. Es decir, muchísimas personas afectadas y miles de muertes en un período relativamente breve de tiempo.
Y ahora, lo que vemos en el día a día, ya pasada la fase más aguda del confinamiento, es que cuando se quieren incrementar los recursos de psicólogos clínicos o de psiquiatras, en definitiva, de personas que trabajamos en salud mental, hay una carencia de personas con la titulación, una carencia de personas que puedan trabajar porque durante los últimos años no ha habido una previsión de cuáles eran las necesidades en salud mental que se requerían».