www.som360.org/es
Cecília Borràs. Fundadora y presidenta de Després del Suïcidi — Associació de Supervivents (DSAS)

«La pregunta que más pesa es: ¿Qué influencia he tenido yo en su decisión?»

Marta Aragó
Marta Aragó Vendrell
Periodista. Coordinadora de contenido
SOM Salud Mental 360
Cecilia Borràs

DSAS es una asociación formada mayoritariamente por supervivientes y dirigida a los supervivientes. ¿Qué significa ser superviviente de una muerte por suicidio? 

«Fue la misma OMS quien nos denominó así por primera vez en el año 2000, en el documento Cómo establecer un grupo de supervivientes, para hacer referencia a aquellas personas que hemos pasado por una vivencia traumática y trágica como es la muerte por suicidio. A partir de aquí, surge la palabra survivor (superviviente), un término muy adecuado para hablar de las personas que hemos podido dejar atrás esta experiencia para poder continuar en la vida. Obviamente, no es un concepto que nos pertenezca solamente a las personas que hemos vivido esta experiencia, por eso nosotros nos denominamos «supervivientes a la muerte por suicidio».

¿Por qué el duelo de muerte por suicidio es diferente a otros duelos? ¿En qué se diferencia? 

«La pérdida de un ser querido siempre es dolorosa para cualquier persona; no hay un dolor mayor que otro. Sí que es cierto que en un 65% de los casos de duelo por suicidio existe el impacto traumático y trágico de haber encontrado o haber visto a la persona fallecida en una situación que nunca habrías imaginado. Esto ya lo hace diferente a otro tipo de muerte traumática o inesperada, como puede ser un accidente de tráfico. La muerte por suicidio comporta un sentimiento profundo de abandono, una rotura del vínculo traumática e inesperada, y una serie de preguntas que ya constituyen el inicio de nuestro proceso de duelo: «¿Por qué has hecho esto?».  

Los supervivientes a la muerte por suicidio necesitan un entorno de iguales que puedan comprender lo que han vivido y las emociones y pensamientos que genera esta vivencia.

Pero creo que la diferencia principal está en una pregunta que tiene un peso terrible en la gestión de nuestro dolor, que es «¿Qué influencia he tenido yo en su decisión?». Y esta es la pregunta que, junto a otras, está en el fondo siempre de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, de cómo surge nuestra culpa, nuestra vergüenza, de cómo generamos estigma y nos produce estigma la vivencia de una muerte por suicidio. Yo creo que hay aspectos diferenciales importantes con otros duelos. Por eso, los supervivientes a la muerte por suicidio necesitan un entorno de iguales que puedan comprender lo que han vivido y las emociones y pensamientos que puede generar esta vivencia».  

¿Qué pasa después del suicidio? ¿La muerte por suicidio de un ser querido se puede superar?  

«Creo que hablar de superación puede tener un sentido de «quedarse a cero», como un indicador de que «estás limpio», y en la muerte por suicidio, o por cualquier causa traumática o trágica, precisamente el hecho de tener que superarlo ejerce una presión, como un: «Venga, tienes que ser fuerte y tienes que tirar hacia adelante». Creo que socialmente es lo que nos gustaría a todos, que alguien, después de un suceso así, pudiera estar bien enseguida, pero en ese momento no te sientes fuerte, sino terriblemente vulnerable. Creo que tener esta perspectiva de superación puede generar presión y más estrés. Lo más acertado es saber convivir con lo que has vivido. Creo que es una experiencia que, a pesar de su dureza, nos puede aportar herramientas y habilidades para enfrentarnos a la vida y para gestionar de nuevo situaciones complicadas. Eso no es superar, sino que es un aprendizaje con el que tienes que vivir».

La asociación nace de una experiencia propia. ¿Qué te impulsó a crearla y con qué finalidad? 

«El sentimiento terrible de soledad. Personalmente, yo no conocí a nadie que hubiera vivido mi situación de muerte por suicidio de un hijo hasta al cabo de dos años de mi experiencia. En este tiempo pensé que era la única persona en el mundo a quien le había pasado esto y que había fracasado en mi rol de madre y como profesional de la psicología, y eso marca muchísimo. Cuando encontré esa primera persona con la que poder compartir, alivié tanto mi peso, que pensé que estaría muy bien tener un espacio para todas aquellas personas que nos hemos sentido tan aisladas, tan solas. Y cuando digo solas, no me refiero a no tener un buen apoyo familiar, pero claro, debemos tener en cuenta que la familia está en duelo también, y que tú debes gestionar tu dolor, pero tu familia el suyo. Cuando compartes con alguien de fuera, con el que no tienes este vínculo, te sientes tan bien. Es más, te ofrece esperanza, porque hay un momento en el que piensas «yo no voy a poder continuar, no voy a poder ser la misma», y ver que alguien que ha experimentado una muerte por suicidio está viviendo te da esperanza.  Esto es lo que me dio la fuerza para crear esta asociación».

¿En qué situación llegan las personas que acuden a vuestra entidad y qué pueden encontrar en ella? 

«Durante estos doce años de existencia de la entidad hemos visto un cambio importante: antes, las familias nos llegaban al cabo de un tiempo de la muerte por suicidio, pero ahora, afortunadamente, recibimos peticiones de ayuda y apoyo después de un tiempo muy corto. Y esto es muy positivo para poder ayudar a la persona a gestionar un duelo saludable y para reducir el estigma y el impacto del trauma. Esta proactividad en buscar ayuda es una acción muy importante en un proceso de duelo, que puede llegar a ser complicado y que puede tener cierto riesgo.  

Lo primero que hacemos con las personas que nos llegan es una acogida, un primer encuentro individual. Aunque a veces nos piden que en esta primera sesión pueda asistir algún acompañante o la familia, debemos tener en cuenta que el duelo es un proceso individual, por eso, a partir de entonces, la atención será individual. Durante estos encuentros regulares practicamos sobre todo la escucha activa, pero también informamos sobre el fenómeno del suicidio en toda su dimensión y les explicamos cómo va a ser el proceso de duelo, porque para muchas personas va a ser el primer duelo de su vida. Pasada esa fase más aguda de dolor, que dependerá de cada persona y situación, les ofrecemos la posibilidad de participar en un grupo, que es lo que vienen buscando, pero tenemos que esperar un tiempo prudencial para que ese grupo no se convierta en una fuente de retraumatización debido al dolor agudo que puedan estar pasando».  

Atención supervivientes suicidio

La necesaria atención a las personas que han perdido a alguien a causa del suicidio

¿Por qué es importante compartir el duelo con otras personas que hayan vivido la misma situación? 

«En primer lugar, los grupos te hacen sentir que perteneces a una comunidad a la que te une una experiencia que es difícil de compartir fuera. Oír las experiencias de los demás también te permite relativizar tu historia, que no quiere decir que duela menos. Y algo muy necesario es poder compartir quién fue la persona que ha muerto por suicidio y generar un espacio de seguridad, incluso de entrenamiento, para que podamos ir construyendo una narrativa conjunta que nos ayude a interiorizar esta experiencia. Trabajar los sentimientos de ira, de vergüenza y de culpa es un mecanismo muy potente. Cuando oímos la historia de otra persona y vemos que no es culpable, el mismo argumento nos lo podemos aplicar a nosotros; es ese efecto espejo que se da en los grupos.  

Imaginamos escenarios en los que la situación hubiese sido diferente y en los que nuestra influencia hubiera podido evitar esa muerte, y nos preguntamos continuamente «¿Y sí...?».

El grupo lo que debe procurar son habilidades y herramientas para que tú seas capaz de continuar en la vida fuera de él. Eso es fundamental. Yo a veces les digo: «Me apena no haberos hecho una foto el primer día y poder haceros una foto ahora». Y es que cuando participas en un grupo, experimentas un gran cambio». 

Hablas de la necesidad de trabajar la culpa. ¿Es un sentimiento común en los supervivientes de la muerte por suicidio? 

«Sí, la culpa está basada en la pregunta «¿Y sí...?»: «¿Y si lo hubiese llevado a...?; ¿y si hubiese insistido en...?; ¿y si le hubieses controlado la medicación?; ¿y si le hubiese dado un abrazo?; ¿y si, y si....?». Imaginamos escenarios en los que la situación hubiese sido diferente y en los que nuestra influencia hubiera podido evitar esa muerte. Y volvemos a la pregunta de base que está en el proceso de duelo: «¿Qué influencia he tenido yo en su decisión?»

Es una culpa que puede estar dirigida hacia uno mismo y que me hace responsable de lo sucedido: «No me di cuenta de que estaba tan mal, no me di cuenta de su sufrimiento, tenía que haber estado más pendiente, etc.». Pero también puede estar dirigida a las instituciones, en el caso por ejemplo de que se trate de una persona con trastorno mental grave que ha tenido ingresos en hospitales o en urgencias, o en el caso de situaciones de bullying o ciberbullying en centros educativos. Y luego hay otra situación de culpa que se suele dar en casos de separación de una pareja o cuando existe alguna pelea entre familiares, que entonces se suele culpar a terceros.  

Cuando puedes hacer explícito tu sentimiento de culpabilidad hacia quien sea, las personas del grupo, que han experimentado lo mismo que tú, te pueden hacer cambiar el relato o la visión».  

¿Por qué ofrecer apoyo en el duelo por suicidio es una forma de hacer prevención?  

«Cuando desgraciadamente ya no podemos hacer prevención, debemos hacer postvención. Después de un suicidio, es muy importante que se llevan a cabo una serie de acciones dirigidas a la prevención de la conducta suicida en las personas supervivientes. Acompañar en el duelo no es solamente acompañar en el dolor, sino que debemos ser agentes proactivos para detectar cualquier riesgo de conducta suicida. Después de una situación traumática como es una muerte por suicidio los supervivientes pueden llegar a pensar en su propio suicidio, algo que puede ser «natural» en el inicio del duelo, pero debemos ser capaces de indagar, con mucho tacto y cariño, si hay la posibilidad de que pueda haber un riesgo de conducta suicida. Acompañar en el duelo, pues, es un acto de prevención del suicidio. De hecho, todos los planes de prevención del suicidio deben contemplar esta parte de postvención». 

¿El suicidio sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad? 

«Creo que en los últimos años este tabú se ha ido rompiendo, gracias en parte a los supervivientes, que hablamos sobre suicidio en los medios de comunicación y compartimos historias que humanizan el fenómeno y crean empatía en la sociedad. Además, a partir de la pandemia, se ha abierto un debate sobre la salud mental y, sobre todo las personas más jóvenes, hablan más abiertamente sobre ello.  

La muerte por suicidio es una muerte de la que todo el mundo opina y sobre la que te plantean sus teorías y te cuestionan como cuidadora.

Otra cosa es el estigma, que proviene de la palabra marca, y que todavía está de manera explícita en el suicidio. La muerte por suicidio es una muerte de la que todo el mundo opina y sobre la que te plantean sus teorías y te cuestionan como cuidadora: «¿Pero no lo llevaste al médico?; ¿Pero tú no te diste cuenta de que estaba tan mal?» En ese momento de vulnerabilidad, ese cuestionamiento social, que produce una cierta vergüenza, marca profundamente. De hecho, en la asociación tenemos el lema «La vida de las personas que hemos perdido nunca debe estar marcada por su final», porque tendemos a explicar su vida por el final y no por el inicio, y eso lo que hace es marcar aún más lo que ha ocurrido y marcarnos también a nosotros como cuidadores o como personas que queríamos a esas personas que ya no están»

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 15 de Noviembre de 2024
Última modificación: 20 de Noviembre de 2024

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.

Cuando Cecilia Borràs tuvo que enfrentarse a la muerte por suicidio de su hijo de 19 años, se sintió sola y cuestionada como madre. Tras dos años de intenso dolor, conoció a otra persona que había pasado por su misma situación y eso, no solo la alivió, sino que le dio esperanza para continuar con la vida. Con este objetivo, el de ofrecer un espacio seguro para compartir y gestionar el duelo de manera saludable, creó Després del Suïcidi — Associació de Supervivents (DSAS). 

Conversamos con Cecilia sobre la importancia de atender a los supervivientes de muerte por suicidio, en cuyo duelo la culpa y el estigma están tan presentes, y de cómo este acompañamiento es un acto de prevención de la conducta suicida. Un proceso que, según esta superviviente, debe alejarse de la presión que supone la palabra «superación», para llegar a ser «un aprendizaje con el que tienes que convivir».