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Duelo

¿Cómo podemos afrontar el duelo en una pérdida por suicidio?

El duelo que conlleva una pérdida por suicidio, todavía invisibilizada socialmente y sujeta al estigma y a numerosos mitos, supone un difícil viaje para quienes lo viven. El riesgo de silenciarlo, de no poder realizar un proceso saludable, nos precipita a los supervivientes a poder desarrollar afecciones psicológicas y físicas de gravedad que se pueden prolongar a lo largo de mucho tiempo, y a acometer nosotros mismos conductas suicidas.

Algunas recomendaciones son:

  1. Las personas no reaccionamos igual ante la muerte de alguien querido. Nuestra respuesta será individual y relacionada a como somos, a nuestra educación, experiencias personales y culturales.
  2. Disimular cómo nos sentimos realmente no es bueno: dificulta la comunicación con las personas que nos quieren y que pueden estar sintiendo lo mismo que nosotros.
  3. Cuando perdemos a alguien a causa del suicidio, lo normal es que nuestro mundo se vuelva insoportable, inseguro, lleno de dolor y culpabilidad.
  4. El duelo nos puede causar dolor físico y mental. Es muy conveniente acudir al médico y hacer un seguimiento de nuestro estado general de salud y, si es necesario, buscar la ayuda psicoterapéutica más adecuada.
  5. El duelo a causa del suicidio presenta un riesgo especial en su evolución negativa, lo que se denomina duelo complicado o traumático, debemos ser conscientes de estar atentos a una evolución negativa para afrontarla y ser capaces de reconocer que necesitamos ayuda.
  6. Necesitamos que nos acompañen, que nos comprendan, que nos reconforten, no que nos digan que hay que superar esta situación. Es bueno que lo recordemos afectuosamente a nuestro entorno.
  7. Hablar de nuestra perdida es necesario; revivir nuestra vivencia (qué pasó, cómo lo vivimos...) es bueno para nuestra evolución y para la integración de la pérdida, por mucho que la mayor parte de las personas crean que no.
  8. La pérdida y el duelo están cargados de mitos e ideas equivocadas, es importante que hagamos un buen aprendizaje sobre el duelo y busquemos información adecuada.
  9. Llorar es bueno. Estar muy triste es normal. No tener ganas de hacer nada es lógico. Nos digan lo que nos digan, hemos de estar seguros que este es el estado normal y que se prolongará por bastante tiempo.
  10. La vida a nuestro alrededor sigue, aunque que no queramos. En la medida de lo posible, deberemos encontrar espacios para recuperar nuestra vida y reformular cómo la vivimos a raíz de nuestra pérdida.