Voluntario. Persona con un síndrome de Asperger
Fundació Germà Tomàs Canet | Parc Sanitari Sant Joan de Déu
«Lo que me da el voluntariado no lo cambio por nada en el mundo»
Albert Vázquez regala parte de su tiempo a acompañar a otras personas que necesitan compañía o un apoyo para realizar gestiones. Un voluntariado en el que encuentra motivación, agradecimiento y sentir que su aportación mejora la calidad de vida de personas en situación de vulnerabilidad.
Albert empezó a hacer voluntariado en la Fundació Germà Tomás Canet, que acompaña a personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y exclusión social, en 2014, solo un año después de que le diagnosticaran un síndrome de Asperger. «Sentí alivio al saber lo que me sucedía», nos cuenta «entender el porqué de tantas pruebas durante mi infancia». También realiza voluntariado en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu.
Tener un síndrome de Asperger le aporta unas características muy interesantes para realizar la tarea de voluntariado: la constancia.
«Yo, siempre he dicho, que cualidades no tengo. En cada voluntariado, intento dar lo mejor de mí. Intento ser una persona constante y comprometerme al máximo», explica este voluntario, «tengo muy claro que cualquier persona, dando el 50% de su potencial, me puede superar en cualquier cualidad estando yo al 100% de mi capacidad».
Albert, con toda su humildad, piensa que ser voluntario le ha enseñado que todos, en un momento dado, podemos pasar por alguna etapa de vulnerabilidad y le ha aportado asumir una responsabilidad y compromiso.
Con su manera de ser y hacer, Albert se ha ganado la confianza de las entidades con las que se involucra. También en su trabajo actual en una empresa de servicios auxiliares a través de un Centro Especial de Trabajo. «A nivel personal, me he acostumbrado a hacer las tareas de una determinada manera y siguiendo siempre los mismos pasos», explica Albert. «Me cuesta tolerar los errores, la frustración también me ha costado mucho controlarla, y, también, el no valorarme como los demás me valoran, no ver las cualidades que tengo, cuando otros sí que las ven en mí», nos relata.
Ayudar y que te ayuden
Albert es consciente que realizar el voluntariado es un beneficio para las personas a las que acompaña, pero también para él. «A mí me ha ayudado y me sigue ayudando tanto a nivel social como emocional», nos traslada, «las personas con síndrome de Asperger les cuesta mucho socializarse, sobretodo en la infancia. En mi caso, nunca he conseguido tener ningún amigo de infancia. Y no lo tengo. Todos mis contactos cercanos, son y han sido compañeros y compañeras de voluntariado. Aprendes a valorar las pequeñas cosas de la vida».
A sus treinta y pocos años, Albert es muy sincero cuando nos comparte cómo ve la vida y nos deja un mensaje de gratitud hacia el voluntariado: «No tendré nunca pareja, no formaré nunca una familia, no conoceré lo que es el ocio, no he tenido amigos, pero tengo compañeros que se han convertido en amigos, posiblemente seré el chico más infeliz del planeta porque no sabré lo que significa la palabra diversión, pero…. Lo que sí que se, es lo que a mí me da el voluntariado, eso SI que no lo cambio por nada del mundo».
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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