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Artículo

Ingreso por depresión en la adolescencia

Lo que debes saber si te proponen ingresar en una unidad de agudos
Íngrid Ibáñez Plans

Íngrid Ibáñez Plans

Psiquiatra infantil y juvenil. Coordinadora de la Unidad de Agudos
Xarxa Assistencial Universitària Manresa. Althaia
Laura Espinosa Martínez

Laura Espinosa Martínez

Psiquiatra infantil y juvenil. Coordinadora del Programa de primeros episodios psicóticos.
Hospital Sant Joan de Déu de Manresa. Althaia
ingreso en centro

La depresión afecta a entre un 4 % y un 8 % de los adolescentes (Balazs et al., 2020) y se puede manifestar de forma diferente a la que presentan los niños y los adultos. Los síntomas de la depresión pueden ser tristeza, cansancio, apatía, desmotivación, pérdida de interés por las actividades habituales, dificultad para divertirse, sensación de aburrimiento constante, baja autoestima, bajo rendimiento escolar, irritabilidad y pensamientos de muerte o de suicidio, entre otros.

La presentación puede variar según la edad de la persona:

  • En los niños suelen predominar los síntomas de ansiedad, como la ansiedad por separación, fobias, molestias y dolores físicos, irritabilidad e inquietud física (Ryan et al., 1987).
  • En los adultos son más frecuentes la pérdida de interés y motivación, la dificultad para disfrutar de situaciones placenteras y los problemas de concentración.
  • En los adolescentes, los síntomas predominantes suelen ser cambios en el apetito y el peso, falta de energía y alteraciones del sueño —insomnio o hipersomnia— (Rice et al., 2019), así como aislamiento social, baja autoestima e irritabilidad (Del Barrio, 2000).
depresion infantil

La depresión ¿un trastorno exclusivo de los adultos?

Desde los servicios de salud mental siempre se intenta utilizar el recurso menos invasivo y menos restrictivo para las personas, lo que hace que se opte primero por servicios como las consultas externas o la hospitalización parcial, con el fin de mantener al menor en su entorno (con sus familiares y amigos) y permitir que siga con sus actividades habituales (ir al colegio o al instituto, si es posible, o asistir a las actividades extraescolares).

Las unidades de agudos de salud mental infantil y juvenil son un recurso para ayudar a los niños y adolescentes que viven un momento de crisis y que, por algún motivo, necesitan de supervisión u observación continua por parte de los profesionales de la salud y de un tratamiento más intensivo para mejorar su estado.

En ocasiones se puede percibir la necesidad del ingreso como un fracaso, avergonzarse de ello o pensar que significa que la persona no se podrá recuperar, pero es importante entender que el ingreso es tan solo una parte del proceso de tratamiento, una fase más hacia la recuperación.

Más de 1.800 chicos y chicas necesitan ser ingresados por algún problema de salud mental en Cataluña a lo largo de un año (Observatorio del Sistema de Salud de Cataluña, Central de Resultados, 2017).

Al principio de un ingreso por depresión es frecuente la sensación de que todo será inútil, de que no vale la pena intentarlo, lo que algunas veces hace que a la persona ingresada le cueste más expresarse y colaborar en la terapia, y que incluso llegue a rechazar la ayuda. Esta visión pesimista es un síntoma más de la depresión; se denomina desesperanza y es un sentimiento habitual.

Se le suma además el hecho de que los tratamientos contra la depresión suelen necesitar de un período de entre 2 y 3 semanas para empezar a surtir efecto, lo que puede causar desmotivación al no observarse una mejoría rápida. Sin embargo, es importante recordar los objetivos del tratamiento y permitirse valorar los progresos, por pequeños que puedan ser.

Durante el período de ingreso es importante seguir trabajando con las familias y que el chico o la chica siga con las actividades de su día a día para no perder el hilo de sus proyectos, motivaciones y apoyos, lo que hará más fácil su posterior reincorporación.

Se intenta que el tiempo de estancia en el hospital sea lo más corto posible, para poder devolver a la persona atendida a su ámbito y seguir trabajando en función de sus necesidades. Por lo tanto, a menudo las personas abandonan el hospital sintiéndose mejor, aunque no del todo recuperadas. Esto puede generar en ellas sentimientos de cierta inseguridad o temor en el momento del alta, pero los terapeutas seguirán acompañándolas muy de cerca a lo largo de todo el proceso.

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.