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Etapa perinatal y salud mental: de esto sí se habla

La búsqueda o proyección de la llegada de un bebé puede generarnos desde temores hasta ansiedades difíciles de tolerar
Luciana Diaz Cutraro

Luciana Díaz Cutraro

Psicóloga Clínica y Perinatal. Investigadora del equipo MERITT de la Unidad de Investigación y Desarrollo
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Salud Mental Perinatal

Según estadísticas globales, 1 de cada 5 mujeres que transitan la etapa perinatal presentan algún problema de salud mental, principalmente ansiedad y depresión. Asimismo, se calcula que 7 de cada 10 mujeres ocultan o minimizan sus síntomas, sin la comprensión, el apoyo y los tratamientos necesarios para revertir el impacto que los síntomas provocan en la mujer y su entorno familiar. Estas cifras pueden alarmarnos en un principio, pero también contribuyen a incrementar el conocimiento sobre la existencia de estos problemas en esta etapa vital y saber dónde acudir para buscar ayuda temprana. Por eso, hoy decimos ¡de esto sí se habla! Y te invito a continuar leyendo este artículo para conocer más al respecto.

Si bien no solemos poner límites rígidos a la etapa perinatal, existen autores que describen la duración de esta etapa desde el momento de la planificación del embarazo hasta un año después del parto (Garcia y Yim, 2017; National Institute for Health and Care Excellence, 2014), y desde la práctica clínica podemos llegar a extenderlo a dos años después del nacimiento. Hasta el momento, sabemos que la etapa perinatal constituye una crisis vital para todo el núcleo familiar (Garcia-Esteve y Valdés Miyar, 2017). A pesar de que «crisis» puede llevarnos a pensar negativamente, en psicología nos referimos como crisis vital a un momento de la vida, por la que la mayoría de las personas atravesamos en algún momento (mudanzas, cambios de trabajo, duelos, embarazos). Es en estas circunstancias que nuestra persona y nuestro entorno cambia en relación con un estado anterior, y si bien muchas veces contamos con recursos de afrontamiento que funcionan ajustándonos a la nueva realidad que nos toca vivir, muchas otras veces estos recursos previos resultan insuficientes. Frente a esto, necesitamos generar nuevos y más adaptados recursos (Keegan, 2007).

Pregunta al experto

La salud mental materna

Cada parte de la etapa perinatal tiene sus particularidades. La búsqueda o proyección de la llegada de un bebé puede generarnos desde temores hasta ansiedades difíciles de tolerar. A veces las búsquedas arrojan resultados rápidamente en unos meses o pueden extenderse a grandes periodos de tiempo, generando malestar, incertidumbre y angustia para la pareja. Alrededor del parto contamos con otras particularidades que se suman a lo expuesto previamente, la llegada de una nueva persona al sistema familiar, la creación de un nuevo vínculo, nuevas (no) rutinas, cambios hormonales y diversas adaptaciones. 

Mucho se ha hecho en las últimas décadas a nivel regional e internacional para prevenir, tratar y mejorar la calidad de vida de las mujeres gestantes, sus hijas e hijos y su entorno familiar. Hoy, contamos con mayor formación específica por parte de las y los profesionales que conforman el equipo de salud, mayor conocimiento sobre tratamientos farmacológicos y psicológicos eficaces y seguros en mujeres embarazadas y lactantes, actividades orientadas a reducir el impacto de posibles problemas inherentes a este momento vital, como el aislamiento, la sobrecarga, la probabilidad de sentir que nunca es suficiente (Garcia-Esteve y Valdés Miyar, 2017).

Los problemas pueden ser leves y auto resolverse, aunque como decíamos al inicio, también pueden ser agudos, con un malestar de moderado a grave, y que repercute tanto en la salud mental de la mujer como en el vínculo con los otros, incluido el nuevo integrante de la familia. A pesar de lo alcanzado y los avances que experimentamos, existen barreras para que las mujeres puedan acceder a obtener ayuda profesional a tiempo. Una de ellas es el estigma que recae en una etapa que se cree que debería ser de color rosa. La influencia de medios de comunicación masiva, que muestran excepciones como una regla (madres a días de haber parido, en fotos con maquillaje, bien peinadas y sonrientes), el estigma que aún conservamos al momento de hablar de salud mental, lo que deberíamos disfrutar de este momento que es de lo más importante de nuestras vidas (Adams, 2015).

salud perinatal

La salud mental materna: señales de alarma

Pero a veces, además de algo maravilloso, la etapa perinatal puede que nos lleve a experimentar ansiedades, temores irrefrenables acerca de que puedan pasar cosas terribles a lo que más queremos en este mundo, ánimo bajo cuando todos suponen que deberíamos estar felices, llanto constante y desgano. Lo positivo de esto, es que cuanto más hablamos y difundimos que estas problemáticas ocurren, le estamos dando mayor visibilidad, mayores posibilidades de tratamiento y mayores probabilidades de poder hacer red con otras personas significativas que pueden ayudarnos a aliviar la carga.

¿Qué podemos hacer? Es difícil responder a esta pregunta en unas pocas líneas, pero voy a intentar destacar lo que considero que es la puerta de entrada a lo que puede ayudar a sentirnos mejor: hacer redes, visibilizar, escuchar y pedir ayuda profesional. Estas recomendaciones están basadas en guías internacionales de buena práctica clínica (Curry et al., 2019; Maldonado-Durán, 2011; National Institute for Health and Care Excellence, 2014).

Si me permiten, iré por subgrupos de agentes clave.

Profesionales de la salud generalistas: preguntar por el ánimo y el estado de ansiedad de las mujeres en etapa perinatal. El screening y hablar sobre problemas de salud mental puede habilitar un espacio de escucha y expresión de sintomatología que no está a la vista.

Familiares: No dar por sentado que esto tiene que pasar solo. Promover una escucha activa y sin prejuicios. Alentando a conversar sobre cómo nos sentimos y nos vemos en esta nueva etapa vital, asumiendo poco a poco que podemos estar muy felices de recibir una nueva vida, pero también podemos experimentar tristeza, cansancio, ansiedad y ganas de estar un poco en soledad.

Usuarias: pedir ayuda, conversar con profesionales que vayan llevando el embarazo. Agotar dudas. Asimismo, tratar de hacer redes (virtuales o físicas) con otras mujeres que estén pasando la misma etapa puede contribuir a compensar la sensación de aislamiento y más en estos tiempos.

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