¿Cuál es el papel del trabajo social en casos de TCA?
Cuando una persona con un trastorno de conducta alimentaria (TCA) entra en la red de salud mental para ser atendida se encuentra con diferentes profesionales que lo acompañan en todo el proceso. Uno de estos perfiles es el del trabajo social y, a menudo, no se conoce bastante cuál es el apoyo y atención que se hace desde esta disciplina. El papel del trabajo social resulta fundamental por la capacidad de contemplar al paciente dentro de un contexto social y familiar y por la posibilidad de realizar un trabajo en red que facilite la articulación de la intervención en diferentes niveles (individual, social, familiar y comunitario).
¿En qué puede ayudar el trabajo social?
La intervención del trabajo social en este proceso pretende reducir el estrés y conseguir un ambiente familiar lo más saludable posible. Por eso, el trabajador social ofrecerá apoyo y acompañamiento durante todo el proceso de la enfermedad, identificando e influyendo en los factores de riesgo que cada situación pueda presentar, tanto sociales como culturales (conflictos familiares o elementos del entorno que puedan incidir negativamente en la evolución fluida y en el proceso de recuperación de la enfermedad). Todas estas acciones son consensuadas en equipo e integradas en el plan terapéutico de la persona afectada.
¿Qué hacemos los trabajadores sociales en los casos de TCA?
- Intervenimos en todo el contexto familiar
A pesar de que habitualmente se tiende a pensar que la intervención del trabajo social se basa únicamente en paliar las dificultades económicas, el rol es mucho más amplio. Las causas de la enfermedad y los diferentes elementos que desencadenan el malestar familiar son multifactoriales. Por lo tanto, es importante poder hacer un abordaje de todo el contexto familiar.
- Detectamos factores familiares que pueden estar influyendo
El foco en la familia: hay que estar alerta para intentar descongestionar o desactivar aquellos elementos que pueden estar influyendo en la atención de la enfermedad por parte de la familia (otras enfermedades, preocupaciones económicas, carencia de relaciones interpersonales y de apoyo, barreras culturales, etc.).
- Gestionamos conflictos familiares subyacentes
También tenemos que estar preparados para gestionar aquellos conflictos familiares subyacentes que surgen con la aparición del trastorno. No podemos obviar la exploración de posibles situaciones de riesgo, a menudo camufladas, o confirmar la implementación de medidas destinadas a la protección.
- Promovemos dinámicas familiares beneficiosas
A veces, es útil promover nuevas organizaciones y dinámicas más adecuadas en este momento, prestar especial atención a la persona cuidadora principal (que tiene un riesgo de desgaste) y a los hermanos (que a menudo pasan a un plano secundario).
- Informamos y orientamos sobre los recursos existentes
En el contexto del trabajo en equipo, se colabora en informar sobre la enfermedad a la familia y en orientar sobre el tipo de conductas que son adecuadas para realizar con la persona que tiene un trastorno de conducta alimentaria. También se orienta sobre los recursos existentes dirigidos a la persona afectada que la ayuden a realizar actividades alternativas en momentos críticos de la enfermedad.
- Atendemos a la persona en diferentes momentos de su tratamiento
Por último, la intervención del trabajador social no se sitúa únicamente en el momento en el que la persona está en tratamiento. La intervención social puede ser: previa a un tratamiento; anterior a un ingreso hospitalario; durante un ingreso hospitalario o en el transcurso de un tratamiento ambulatorio. En cada uno de estos momentos la intervención social puede responder a necesidades diferentes.
- Coordinamos y vinculamos a cada familia con los servicios comunitarios
El trabajador social se coordinará y vinculará a cada familia con los servicios comunitarios adecuados, y también activará otros apoyos que puedan precisar durante el proceso de tratamiento, valorados de manera personalizada para cada familia. Los recursos y servicios de la red comunitaria juegan un papel fundamental, puesto que están integrados en el entorno más inmediato del niño o el adolescente, proporcionándonos una información muy valiosa para el desarrollo de nuestro trabajo, así como para establecer planes de intervención conjunta para conseguir un entorno adecuado, estable y favorable al desarrollo del menor. También nos permite garantizar la continuidad del proceso una vez se ha dado de alta el dispositivo hospitalario.
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