Cuando la autoexigencia se convierte en un problema
Resumen
Existe la creencia que la autoexigencia es una actitud y un valor positivo que nos puede ayudar a mejorar y dar lo mejor de nosotros mismos. No obstante, cuando vivimos pendientes de dar siempre lo mejor, de anticiparnos a todo, con una actitud perfeccionista y siempre buscando la excelencia, la autoexigencia se transforma en un problema, porque dejamos de permitirnos ser seres humanos, de equivocarnos, de darnos la oportunidad de no saber, de no poder, de aprender; y nos machacamos, nos descuidamos y dejamos de proporcionarnos los cuidados básicos que necesitamos por cumplir con unos estándares altísimos que nos imponemos para demostrar nuestra valía al mundo.
Y es entonces cuando la autoexigencia viene acompañada de un estado de mucho estrés y ansiedad, de preocupación y miedo asociado al no cumplimiento de lo que nos hemos impuesto.
La autoexigencia se puede definir como la tendencia que tiene una persona a imponerse constantemente unos objetivos y unas expectativas muy altas, siendo muy crítica consigo misma. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se caracterizan por varios aspectos complejos que no sólo afectan a la relación con la comida, y en los que la percepción sobre uno mismo y la autoexigencia juegan un papel muy importante.
Cuando vivimos pendientes de dar siempre lo mejor, con una actitud perfeccionista y siempre buscando la excelencia, la autoexigencia se transforma en un problema, porque dejamos de permitirnos ser seres humanos.
¿Por qué las personas con trastornos alimentarios son tan autoexigentes?
Las personas con trastornos alimentarios suelen experimentar una presión interna muy fuerte por el deseo de conseguir la perfección. Son varias las causas que confluyen y que desencadenan este patrón autoexigente:
- La presión social por los estándares de belleza impuestos, que promueven la delgadez como principal valor y la importancia de la apariencia física (figura femenina delgada y figura masculina, musculada). Las redes sociales, además, disparan esta presión por la imagen.
- La baja autoestima que caracteriza a las personas que tienen este trastorno, con dificultades para percibir sus valores, cualidades y fortalezas. La distorsión de su imagen física y su percepción negativa hacen que intenten cambiar su manera de ser y su físico para poder encajar dentro de esos estándares o en lo que la sociedad (familia, amistades) espera de ellas, creyendo así que se sentirán mucho mejor con ellas mismas.
- El perfeccionismo: tendencia a buscar siempre la excelencia en todas las áreas de su vida, no solo en el peso, la alimentación o su apariencia física. Así mismo, a pesar de su esfuerzo, nunca consiguen valorar los logros, teniendo sentimientos de vacío e insatisfacción.
- La necesidad de controlar todos los aspectos de la vida para asegurar el éxito de esos objetivos que se han marcado. La autoexigencia es la manera que encuentran para tener esa sensación de control: en el peso, en su apariencia física, en las relaciones sociales, en los resultados académicos y laborales, etc.
- La necesidad de validación externa continuada de las personas de su entorno. Los comentarios sociales que refuerzan sus objetivos externos sobre el éxito o la belleza refuerzan a su vez las conductas o los síntomas del trastorno, que mantienen para no perder la validación personal que necesitan.
¿Cómo afecta la autoexigencia a las personas con trastornos de la conducta alimentaria?
La autoexigencia puede ser un factor desencadenante de un trastorno de la conducta alimentaria, pero también un factor mantenedor, ya que contribuye a la insatisfacción corporal, a la baja autoestima y a la rigidez cognitiva.
- El perfeccionismo extremo puede desencadenar conductas alimentarias restrictivas y compulsivas, un elevado ejercicio físico, la necesidad de mucha aprobación y la dificultad para reconocer los logros reales.
- La autoevaluación negativa sobre su imagen y personalidad contribuye a disminuir la autoestima y generan sentimientos de insuficiencia.
- El desarrollo de la rigidez cognitiva: mayor dificultad para ser flexibles, adaptarse a los cambios y tolerar la incertidumbre o las sorpresas de última hora.
- Sentimientos continuos de culpa y fracaso. Debido a que el perfeccionismo es la eterna insatisfacción, las personas con TCA experimentan a menudo sensaciones de autodesprecio hacía ellas mismas al sentir que no son capaces de cumplir esos estándares altos que se han impuesto.
Cambiar la autoexigencia por el autocuidado
Algunas recomendaciones que pueden ayudarte a no ser tan autoexigente son:
- Cambiar el término autoexigencia por el de autocuidado. Cuando el autocuidado se vuelve una carga y provoca ansiedad o estrés, no nos estamos cuidando. El autocuidado se disfruta, no se sufre.
- Identificar los pensamientos distorsionados. Observar qué pensamientos nacen de la necesidad personal o de la demanda que nos hace el trastorno. Reconocer y cuestionar los pensamientos negativos sobre el cuerpo, la personalidad y la alimentación.
- Entrenar habilidades de afrontamiento. Estrategias para manejar el estrés, identificar y expresar las emociones y resolver conflictos, para encontrar otras formas de afrontar las dificultades de manera saludable y alterna a comportamientos alimentarios restrictivos o compulsivos.
- Establecer un diálogo amable y cariñoso con nosotros mismos.
- Marcarnos menos metas y más realistas.
- Poner en práctica la flexibilidad en el día a día.
- Compartir nuestros pensamientos y sentimientos con otras personas nos ayudará a comunicar de forma asertiva y poder poner límites.
- Rodearnos de personas que nos apoyen y nos valoren por quien somos. Pedir a personas que dejen de hacer comentarios sobre el físico está bien.
Ser autoexigentes no nos garantiza que consigamos nuestros objetivos, pero autocuidarnos siempre nos acabará proporcionando el amor que necesitamos y promoverá una relación más positiva y saludable con nosotros mismos.
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