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Artículo

El impacto de la vulnerabilidad en la salud mental

La desigualdad social, ya existente antes de la pandemia, no ha hecho más que agravarse debido a la misma. Ni la sociedad ni las políticas públicas deben dejar a nadie atrás.
Diana Casellas

Diana Casellas Paulí

Responsable del ámbito de sensibilización y educación
Obra Social Sant Joan de Déu (Solidaritat SJD)
Teresa Bermúdez

Teresa Bermúdez Sánchez

Responsable Programa Habitatge Compartit
Sant Joan de Déu Serveis Socials - Barcelona

Resumen

La solidaridad cotidiana ha sido quizás el único emergente positivo durante esta crisis. ¿Seremos capaces de consolidarla como un verdadero cambio social? La sociedad civil ha respondido desde la ayuda entre iguales y el altruismo en los peores momentos, pero son necesarias nuevas políticas públicas que sean incluyentes y protejan a los más vulnerables.

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La pandemia de la COVID-19 ha generado una situación de emergencia sanitaria y social que ha puesto a prueba una dimensión de nuestra vida, como es la salud y la salud mental. Pero es cierto también que nos ha afectado de manera desigual según el punto de partida. En estos últimos meses, diferentes estudios han mostrado que el contagio y la enfermedad se han producido con mayor frecuencia en la población de barrios y niveles socioeconómicos más desfavorecidos, con lo que podemos predecir un aumento de la desigualdad ya existente.(AQuAS, 2020)

España, según la carta firmada por diferentes investigadores españoles en The Lancet (García-Basteiro et al., 2020), se ha visto muy afectada por la COVID-19. Tal y como recoge la carta, «estos problemas se han visto exacerbados por los efectos de una década de austeridad» en el sistema de salud, pero también por un sistema de servicios sociales debilitado por múltiples recortes, a los que se deposita injustamente la solución de problemas estructurales.

Esta crisis sanitaria, económica y social está dejando atrás a muchas personas vulnerables que ya eran víctimas de crisis anteriores y muchas otras se han quedado sin empleo, sin hogar o en condiciones de extrema fragilidad. 

Por ello, necesitamos una estrategia de respuesta basada en un enfoque de derechos humanos: derecho a la salud, derecho a condiciones de trabajo seguras y dignas, derecho a una vivienda digna y adecuada, derecho a la alimentación …que garantice unas condiciones de vida dignas a todas las personas. 

¿Servirá esta crisis para cambiar el modelo social vigente? Durante estos meses hemos visto falta de coordinación entre las administraciones y decisiones que se han tomado tarde. Tampoco se han tenido en cuenta a los profesionales de atención directa del sector social y sanitario en las medidas adoptadas para combatir la pandemia. 

Sin embargo, también hemos sido testigos de ejemplos de solidaridad cotidiana que han permitido paliar algunas de las consecuencias inmediatas de la pandemia. Pero, ¿será la solidaridad sólo una respuesta a la emergencia o será una actitud que nos acompañe en el día a día y que actúe como motor social de cambio, de transformación hacia una sociedad más justa?

Si decíamos al principio que las crisis afectan la salud mental, cierto es también que la solidaridad y el altruismo son factores de protección de nuestra propia salud mental.

Estamos ante una oportunidad como sociedad de reestablecer redes ciudadanas que fortalezcan nuestros barrios, a la vez que nos empoderen para reclamar los derechos vulnerados. 

Ahora bien, los problemas estructurales no pueden resolverse desde la emergencia ni únicamente desde la sociedad civil. Necesitamos políticas públicas con mirada de derechos, estrategias efectivas a largo plazo y dotadas de presupuestos para combatir la pobreza, el sinhogarismo y la exclusión social. Necesitamos cambios legislativos, por ejemplo, en la ley de extranjería que condena a miles de personas a la pobreza y que se reconozcan como derechos subjetivos el derecho a la salud y el derecho a la vivienda.

En conclusión, mientras las crisis no sean afrontadas con políticas públicas basadas en derechos humanos sino con más recortes sociales y económicos y vulneraciones de derechos, la sociedad enfermará más; porqué una parte de la ciudadanía se verá gravemente afectada y aumentará la pobreza y la desigualdad. Una sociedad que se defina como garante de derechos no puede permitirse dejar a nadie atrás.