MIND Institute empezó a finales de los 90 a estudiar el autismo y es una referencia internacional. ¿Cómo ha influido la investigación en la definición y abordaje del trastorno?
«Las investigaciones nos han proporcionado la certeza de que hay diferentes tipos de TEA. Me gusta hacer la analogía con lo que sucedía antes con el cáncer, que en cuanto uno sabía que tenía un cáncer solo pensaba que iba a morir y poco más. Ahora en cambio sabemos que, aunque haya una base común, hay muchos tipos de cáncer causados por factores muy diversos y a los que hay que abordar de diferentes maneras.
La investigación en el MIND Institute, junto con investigaciones internacionales, han mostrado que hay diferentes causas para el autismo. Algunas son genéticas, pero hay otros factores de impacto como el factor del entorno o la activación del sistema inmune de la mujer embarazada, que sabemos que también es un factor en producir algunas formas de autismo.
A lo largo de estos años hemos descubierto muchas cosas sobre el trastorno que nos ayudan a buscar terapias más específicas para cada uno de los tipos de autismo. Nuestro objetivo no es curar el autismo per se. Podríamos decir que el autismo es en ciertos aspectos como una personalidad, el problema es que trae asociados problemas que pueden ser muy incapacitantes. El objetivo es definir diferentes terapias para los diferentes tipos de autismo de manera que en vez de ir probando todo tipo de terapias podamos recomendar a las familias cuál es el mejor tratamiento para su hijo o hija.
Tratamientos basados en la evidencia para los trastornos del espectro del autismo
En esta búsqueda de las diferencias entre los tipos de TEA, por ejemplo, sabemos que el desarrollo del cerebro es diferente en los diferentes tipos de autismo. Un 15% de chicos con TEA tienen un cerebro demasiado grande en comparación con la medida del cuerpo. Este crecimiento anormal causa problemas en la función del cerebro y son chicos con síntomas más severos como la discapacidad intelectual, no hablan y realmente no se desarrollan demasiado bien incluso recibiendo terapia.
Otro aspecto en el que tengo especial interés es la presencia de ansiedad en personas con TEA. Hemos encontrado que cerca del 70% de las personas con autismo tienen una ansiedad importante. Hace años ni siquiera se tenía en cuenta o se trataba al interpretar que formaba parte del propio trastorno. Lo que estamos intentado hacer es lo que llamamos medicina de precisión. Es decir, intentamos entender por qué una cosa no funciona y entonces tratarlo con una intervención precisa. Analizamos qué niños tienen ansiedad y cuál es el mejor tratamiento o intervención. Sucede que, en el caso de la medicación, la que se utiliza para tratar la ansiedad en la población general no funciona en personas con TEA. Aún no hemos llegado a la solución, pero ese es nuestro objetivo.
Lo mismo sucede con los problemas de sueño o la epilepsia, que puede afectar a un 20% de niños con TEA, pero diría que soy optimista porque hemos hecho muchos progresos y ahora los especialistas tienen tratamientos a disposición para abordar estos temas.
La buena noticia es que hay algunos tratamientos, como el Modelo Denver de Atención Temprana (en inglés ESDM - Early Start Denver Model), que son terapias comportamentales, que funcionan en un número muy elevado de niños con TEA. El ESDM está diseñado para intentar mejorar las habilidades de los niños para comunicarse y participar en la vida cotidiana».