Cuando comer sano se convierte en una obsesión
Mantener una dieta equilibrada y saludable es un factor clave en el mantenimiento de una buena salud física y emocional. En las últimas tres décadas esta preocupación por lo que comemos ha adquirido un gran protagonismo en todos los ámbitos de la vida. Una atención, la del cuidado de nuestro cuerpo y nuestra dieta, que se ha trasladado de forma pública y expositiva a los entornos online y las redes sociales. Esta exposición pública ejerce mucha presión social a las personas en relación a la imagen que transmiten, convirtiéndose en un riesgo especialmente alto durante la adolescencia.
Cuidar lo que comemos es importante, pero ¿qué ocurre cuando el interés se transforma en control y obsesión? Cuando pasamos esta línea es cuando estamos en riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria llamado ortorexia.
La ortorexia se define como la obsesión patológica por la comida sana. Se produce una alteración de la conducta alimentaria donde el problema gira en torno a la calidad de la comida y no a la cantidad (a diferencia, por ejemplo, de la anorexia nerviosa).
Las personas que tienen ortorexia basan la elección de la comida en base a criterios como: que sean alimentos biológicamente puros, ecológicos, sin transgénicos, sin que se hayan tratado con pesticidas, etc. Una de las principales características es que se autoimponen la prohibición de ciertos alimentos como la carne y las grasas. Con este trastorno aparece una preocupación excesiva, un comportamiento obsesivo – compulsivo por la comida sana que hace que este control se convierta en uno de los principales objetivos de su vida. En este sentido, esta obsesión interfiere en las actividades diarias de la persona puesto que ocupa de lleno su pensamiento y genera ansiedad y sentimientos de culpa cuando algo les impide seguir sus propias restricciones alimentarias. Un comportamiento que a menudo acaba por aislar socialmente a la persona por las dificultades de compaginar estos rituales tan estrictos con las actividades cotidianas.
La ortorexia fue definida por primera vez en 1997 por el médico estadounidense Steve Bratman, aunque no está reconocida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM 5), utilizado por los profesionales salud mental para diagnosticar un trastorno mental. Sin embargo, se espera que pronto se incorpore como diagnóstico. Estamos, pues, ante un trastorno relativamente nuevo y, por tanto, con mucho recorrido todavía en cuanto a la investigación y la evidencia científica que nos permita entender totalmente el fenómeno.
Lo que sí sabemos es que las personas con comportamientos obsesivos y perfeccionistas tienen mayor riesgo de desarrollar una ortorexia. En este sentido, se trata de un comportamiento muy relacionado con la anorexia nerviosa. A menudo, las personas con anorexia nerviosa disminuyen la ingesta alimentaria de alimentos de elevada densidad calórica y, además, restringen la ingesta a una cantidad muy pequeña de alimentos.
¿Cuáles son los síntomas de la ortorexia?
- Preocupación excesiva por la alimentación.
Como resultado de la preocupación sobre la calidad y la cantidad de comida aparece una excesiva ansiedad. El miedo a perder el control genera una angustia adicional. Una ansiedad excesiva puede desembocar en síntomas depresivos, hipocondrías, hipervitaminosis (exceso de vitaminas en el cuerpo) o hipovitaminosis (falta de vitaminas en el cuerpo). En fases avanzadas pueden aparecer trastornos obsesivos – compulsivos respecto a la alimentación. Este exceso de control hace que la persona valore más las características del alimento que el placer de comer. - Dieta desequilibrada y restrictiva.
Eliminar muchos alimentos que se consideran no saludables hace que la dieta sea desequilibrada y muy restrictiva, de forma que la persona no obtiene los nutrientes necesarios de los diferentes tipos de alimentos. - Rituales alimenticios.
Aparecen rituales relacionados con la preparación de la comida. Éstos ocupan mucho tiempo y tienen poco valor práctico. Bratman recogió que estas personas pasan más de 3 horas al día pensando en una dieta sana. Es importante tener presente que pueden afectar a la calidad nutricional de los alimentos. - Sentimiento de culpabilidad.
Cuando no se pueden seguir las pautas alimentarias aparece una fuerte sensación de culpa. En muchas ocasiones puede hacer que la persona se autocastigue, restringiendo aún más los alimentos que puede comer. - Miedos irracionales.
Pueden aparecer miedos en relación a los efectos de la alimentación. Por ejemplo, se puede tener miedo a que un alimento rico en grasa provoque la muerte o que los alimentos con azúcar hagan engordar excesivamente. - Pérdida de intereses. Poco a poco se van restringiendo los intereses habituales. Las actividades y motivaciones se van dejando de lado y todo se centra exclusivamente en la alimentación.
- Pérdida de peso.
Aunque no existe una intención para perder peso, debido a la eliminación de una gran cantidad de alimentos de su dieta, suele haber una pérdida de peso.
En cuanto al tratamiento, es muy similar al de la anorexia, la bulimia y todos los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Es necesario recibir atención de un equipo interdisciplinar de profesionales especializados en TCA. Como ocurre con todos los TCA, cuando antes se detecten estas conductas obsesivas con la comida, más fácil será recuperar la salud física y emocional.
¿Cómo afecta la ortorexia a la salud?
La obsesión por la comida sana interfiere en aspectos físicos, emocionales y sociales de la persona.
Consecuencias físicas
Dejar de ingerir alimentos necesarios para nuestro cuerpo o no sustituir los alimentos descartados por otros que puedan aportar los mismos complementos puede comportar la aparición de carencias nutricionales. Es decir, anemia, falta de vitaminas u oligoelementos o falta de energía.
A modo de ejemplo, la supresión de las grasas compromete la ingesta de vitaminas liposolubles y ácidos grasos, ambos imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo. Sino comemos carne, los niveles de hierro bajan y, aunque los vegetales también aportan proteínas, son de calidad inferior.
Consecuencias emocionales
Las personas con ortorexia están sometidas a una gran presión como consecuencia de las reglas alimentarias tan estrictas que se han impuesto. El gran autocontrol que deben ejercer les puede llevar a situaciones de agotamiento que pueden manifestarse en irritabilidad, ansiedad o depresión. Otro factor importante es la autoestima, que se verá afectada por la capacidad de cumplimiento de estas normas autoimpuestas.
Consecuencias relacionales
Una de las consecuencias de este estilo de vida es el aislamiento social. Es habitual que se den situaciones en las que la persona no comparte comidas o momentos de celebración por la imposibilidad de comer sus alimentos. El tiempo de ocio también se ve afectado, ya que pasan mucho tiempo planificando, comprando y preparando los alimentos en detrimento de otras actividades sociales.
¿Cómo puedo saber si tengo un problema?
Cuidarse y procurar mantener una alimentación sana y equilibrada no significa tener un trastorno de alimentación. Es importante entender que el factor diferencial es la obsesión, que hace que nuestra conducta se modifique.
Para detectar si tienes un problema de ortorexia puedes hacerte estas preguntas básicas:
- ¿Los temas relacionados con la alimentación te hacen sufrir?
- ¿Te pasas el día pensando en lo que comerás y si es suficientemente sano?
- ¿Has dejado de hacer cosas con tu familia o amistades para dedicar más tiempo a organizar tus comidas?
- ¿Te preocupa más la calidad de los alimentos que el placer de comerlos?
En caso de que la respuesta sea afirmativa en alguna de las preguntas, se recomienda solicitar ayuda profesional ya que se podría estar dentro de la esfera de la obsesión. Es importante recordar que la ortorexia es algo que se va gestando poco a poco. Suele empezar con una conducta, en principio, positiva como es la de llevar una dieta equilibrada y saludable.
¿Cómo puedo comer sano sin caer en la obsesión?
La prevención de un trastorno de la conducta alimenticia reside en todos los entornos de la persona y en las propias herramientas de gestión emocional y conocimiento.
Fomentar unos hábitos alimenticios saludables
Promocionar una alimentación saludable y equilibrada tanto en el ámbito familiar, escolar o laboral, ayudará a fortalecer conductas adecuadas minimizando los efectos negativos que el mundo de la moda, publicidad o redes sociales ejercen sobre la personalidad.
Entender cómo funciona el cuerpo y lo que necesita
Se recomienda realizar una dieta variada y equilibrada que incluya la cantidad y variedad de alimentos que nuestro cuerpo necesita para su correcto funcionamiento. Si conocemos los nutrientes que necesita nuestro cuerpo, será más fácil que conozcamos para que sirven y entenderemos su importancia. En este sentido, no existen alimentos «prohibidos» si se comen en la cantidad y el momento del día adecuado.
Fomentar la autoestima
La educación emocional y una buena autoestima son factores elementales y protectores de nuestra salud mental frente al impacto que recibimos en aspectos como los cánones de belleza actuales, la necesidad de reconocimiento entre iguales o las tendencias sociales. Este trabajo debe hacerse en todos los entornos educativos de la persona y desde edades tempranas: en casa, en la escuela y en los entornos de ocio, para alcanzar la adolescencia y la adultez con una buena base de gestión emocional.
Ante una persona que ya haya mostrado conductas obsesivas o de perfeccionismo muy acusado, es necesario estar especialmente atentos a su relación con la comida.
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